Tres
especialistas en crianza recomiendan estas prácticas para acertar en la
formación de los hijos.
La
idea es darles herramientas a los niños para que crezcan con valores
humanistas.
“Florencia, deja de gritarle a tu
hermana”, dice la mamá. La niña responde: “Pero si tú lo haces siempre”.
Aprender con el ejemplo es una máxima que los niños siguen a rajatabla y que
muchas veces pone a los padres en aprietos.
“El ejemplo
es más poderoso que las palabras”.
No
se trata de ser un modelo de perfección ni de consistencia absoluta.
Sencillamente, se trata de darles herramientas a los niños para que crezcan con
valores humanistas, para que sepan expresar sus emociones sin desbordes,
construyan recuerdos alegres de su infancia, aprendan a enfrentar las
situaciones adversas y, por qué no, para que puedan ser felices.
“Los
preescolares están presentando actualmente alteraciones conductuales
importantes que no veíamos antes”. “Se desregulan mucho, hacen
pataletas, son muy egocéntricos y son el reflejo de esta mala comunicación que,
posiblemente, influye mucho en el modelado y estructura familiar”.
lista de siete conductas que requieren esfuerzo de
tiempo, observación, autoconocimiento y paciencia, pero que vale la pena
explorarlas.
1.
Demostrar las emociones
Darles nombre y explicación a las emociones (positivas y
negativas) permite que los niños entiendan que si el papá o la mamá llegaron
enojados del trabajo, no es culpa de ellos. “En su nivel de lenguaje, se les puede
contar por qué vienen enojados o por qué están tan cansados, pedirles un rato
mientras se serenan y luego prestarles atención y demostrarles afecto”, propone
el doctor Ricardo García. Esto supone que los adultos sean capaces de hacerse
cargo de sus propias emociones, de regularlas, y así mostrarles a los niños que
la rabia, la impulsividad y las ganas de pegarle a otro se pueden modular. “Hay
que darles espacio para que puedan expresar sus emociones, pero que también
puedan observar que en los otros también se dan y cómo se pueden regular”,
resalta el especialista.
2.
Explicar las discusiones
No hay niño o niña que no haya escuchado discutir a sus
padres alguna vez. Y a quien ese intercambio de palabras le haya provocado
temor e inseguridad. Robert Taibbi propone explicarles a estos pequeños las
razones de esa desavenencia. “Es importante que el adulto haga una lectura
emocional de lo que pasa, para que pueda transmitírselo a su hijo. Los niños
captan mucho la situación, según cómo se les dicen las cosas: tienen una
especie de escáner que lee no solo la transmisión de los contenidos, sino
también de cómo se los entregan”.
3.
Lenguaje
Es difícil pedirle a un niño que no se exprese a punta de
garabatos, si los escucha de boca de sus padres a cada rato. O prohibirle que
nombre de forma despectiva a otros. La manera como los padres se nombran y
tratan entre ellos también le dará claves acerca de cómo usar las palabras para
bien o para mal, dice la psiquiatra Marina Briceño.
4.
Valores y empatía
En la transmisión de valores, la acción es más fuerte que
la palabra. “En este caso, el ejemplo es más fuerte y queda más grabado que las
frases acerca de lo que es correcto o no”, dice la psiquiatra Marina Briceño.
Lo mismo pasa con las decisiones que se toman en la vida personal, que se
transforman en un ejemplo para ellos, más allá de que se les diga “no hagas lo
mismo que yo”.
Ver gestos de ayuda a otras personas y poder comentar en
familia por qué se actúa de esa forma le enseña al niño a ponerse en el lugar
de otro y a desarrollar empatía. “Esta es una cualidad humana que se ha ido
desgastando, porque ya no hay tiempo de poner la mirada en el otro, lo que
también significa valores. Si lo ven en sus padres, ellos lo seguirán”, asegura
el doctor García.
Pedirle que lo acompañe a votar, si se cree que es una
conducta relevante; llevarlo a los ritos y ceremonias de la religión que se
sigue; practicar diariamente valores humanistas son acciones con mayor efecto
que cualquier discurso.
5.
Relación con otros
Para el doctor Ricardo García, este ejemplo es relevante
en la vida de los niños: aprender desde la infancia el respeto por el otro. Y
eso es algo que comienza en casa: “La forma como los padres se tratan, cómo
tratan a sus otros hijos o a sus hermanos, que vean afecto, dulzura,
acercamiento y diálogo, poniendo límites”. También ver a sus padres debatir con
otras personas en un ambiente de respeto frente a la diversidad.
6.
Pedir disculpas
Retar a un hijo porque perdió las tijeras y, luego,
descubrir que fue un regaño injusto pasa usualmente. Pedirle disculpas por el
error no es tan frecuente. Pero hacerlo es justo, y le enseña a él que
equivocarse es parte de la vida, al igual que pedirle perdón a quien se vio
afectado por ese error. También puede pasar que entre los deseos de uno como
mamá o papá esté el no gritarles, porque tampoco quiere que los niños se traten
de esa forma. Pero el reto a todo pulmón sale de la boca sin control, y la idea
es explicarles por qué pasó (“me enojé mucho por lo que hiciste”, “tuve miedo
de que te hirieras”). Sin embargo, la doctora Ana Marina Briceño reitera que no
se trata de descontrolarse o ser injusto a cada rato y pedir disculpas, porque
entonces pierden el valor la explicación y la conducta. Los padres deben lograr
regularse, y el descontrol debe ser muy ocasional, porque si no, se transforma
en el patrón de las relaciones dentro de la familia”, explica.
7.
Ritos y tradiciones
Cada día más ausentes de los hogares, los ritos son muy
importantes para los niños, sobre todo para los preescolares, no solo porque
sienten que pueden predecir algo, lo que les da seguridad, sino también porque
son recuerdos que construyen la infancia. “La cena familiar, que es un
tradición que se está perdiendo; la reunión semanal para jugar o planificar la
semana; hacer un campamento de invierno durante las vacaciones, en fin, cosas
que los niños sepan que van a ocurrir y que tienen que ver con la unión de la
familia, con conversar sus cosas y compartir”, dice Ana Marina Briceño. Algo
tan sencillo como adoptar el día de pizza y cine una vez a la semana ayuda a
crear los recuerdos de una infancia feliz.
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