En
las imágenes del blog ENPAZYARMONIA se utiliza la técnica de ASOCIACION DE
IDEAS E IMÁGENES con lo cual se desea llamar la atención del lector y atraerlo
a leer el artículo. Esta técnica facilita al lector la recordación y es ampliamente usada en el
campo de la Publicidad y el Mercadeo de productos.
Así mismo, el blog utiliza fotos de mujeres porque
mediante el seguimiento a las estadísticas de consultas del blog se ha comprobado que es la forma
más fácil de capturar y llamar la atención del lector que deambula por
la red utilizando los buscadores. Desafortunadamente el mundo actual emplea fotos de mujeres para vender
cualquier producto.
Se ha podido comprobar que los artículos que tienen fotos
de mujeres son más consultados que los demás. Seguramente esto confirma que la mujer es la máxima obra
de la creación.
El siguiente artículo le ayudará a entender la técnica de
“asociacion de ideas e imágenes” que se utiliza en el blog:
LA ASOCIACION DE IDEAS Y DE IMAGENES
La
memoria es la facultad de conservación o de restauración, y comprende la
reminiscencia, el reconocimiento y la localización en el pensamiento.
La
imaginación debe estudiarse inmediatamente después de la memoria ya que sus
invenciones no son otra cosa más que combinaciones de recuerdos; en
cuanto al estudio de la asociación de ideas, constituye una parte del estudio
de la memoria, ya que es
mediante la asociación que son recordados la mayor parte de los recuerdos.
Desde el punto de vista psicológico, no hay que entender por
asociación de ideas o imágenes nada más que el hecho de que una idea o una
imagen recuerda otra en la conciencia; esto resulta de lo que hemos
dicho a propósito de las facultades en general.
Habría sin duda motivo para contemplar asociaciones de
sentimientos, pero se explican de la misma manera que las asociaciones de ideas
o de imágenes; existe además
lo que se llama la memoria motriz, que es una organización muy compleja
de recuerdos de movimientos y que depende sobre todo de asociaciones de ideas o de imágenes y quizás
también de asociaciones de sentimientos.
Aristóteles es el primero que haya hablado de la
asociación de ideas: distingue
las asociaciones por contigüidad en el espacio y en el tiempo, por semejanza y
por contraste. Se ha querido reducir la asociación por contigüidad en el
espacio a la asociación por contigüidad en el tiempo, bajo el pretexto de que
para que dos cosas
contiguas en el espacio puedan asociarse, es necesario que hayan sido
vistas en el mismo momento o en dos momentos sucesivos: pero incluso si esto es
cierto, hay motivo para mantener la distinción porque el espacio no se reduce
por ello al tiempo, ni la simultaneidad, orden en el espacio, a la sucesión,
orden en el tiempo.
En
segundo lugar, se ha pretendido que el contraste no es más que un caso
particular de la semejanza: sin duda no se puede hablar de contraste más
que entre dos cosas que
tienen una cierta naturaleza común, pero no es evidentemente por lo que
tienen de común que puede haber contraste entre ellas.
Por otra parte quien dice contraste dice forzosamente desemejante y existe
contradicción en contemplar la desemejanza como un caso particular de la
semejanza.
Hume
admite asociaciones por semejanza, por contigüidad en el tiempo y en el espacio
y por causalidad; únicamente tenemos que insistir sobre este último
punto puesto que los otros casos estaban diferenciados por Aristóteles.
La idea de causa no puede jugar un papel en la asociación
de ideas más que en tanto que tiene una existencia psicológica, pero entonces no hace más que
reforzar una asociación por contigüidad que existe ya, pues, entre causa y
efecto, existe necesariamente contigüidad: no hay pues verdaderamente
motivo para distinguir el caso de asociación por causalidad.
El filósofo escocés Reid distingue dos tipos de causas de asociación, a saber, en
primer lugar, las relaciones fortuitas tales como la contigüidad en el espacio
y en el tiempo, la relación de los signos con las cosas significadas,
etc., y en segundo lugar, las
relaciones lógicas de causa a efecto, de continente a contenido, de
principio a consecuencia: no se ve demasiado qué interés puede tener, para
explicar hechos psicológicos, que las relaciones que existan entre las causas primitivas de esos hechos
sean fortuitas o lógicas. Esta distinción no puede hacerse más que
situándose en un punto de vista que no tiene nada de psicológico; además, es al
menos dudoso que existan
relaciones puramente fortuitas: por ejemplo la relación del signo con la
cosa significada, que Reid contempla como tal, puede sin duda ser el resultado
de una convención, pero no existe ninguna convención que sea completamente
arbitraria.
Gran número de psicólogos quieren reducir la asociación por semejanza a la
asociación por contigüidad, haciendo observar que la semejanza es una
identidad parcial: A + C nos recuerda A + B por asociación, ya que en nuestra
conciencia A, que está actualmente contiguo a C, lo ha estado antes a B. Se puede objetar a esto que cada
una de las sensaciones de las que tenemos claramente conciencia es simple y no
se puede descomponer, aunque por otra parte podamos tener varias a la vez.
Sin duda en nuestra subconsciencia la fusión no se opera
entre las múltiples sensaciones elementales que tienen como resultante una sola
sensación clara y distinta, mas
no habría que exagerar el papel que puede jugar la subconsciencia en el
fenómeno de la asociación. Aunque haya ciertamente asociaciones que se
establecen fuera del campo de la conciencia clara y distinta, se podrían citar
por otra parte casos en los que dos sensaciones que decimos semejantes en
cierta medida, son de alguna manera sensaciones dobles, y otros en los que estados emotivos semejantes
son suscitados por sensaciones muy diferentes, pero que devienen así parcialmente idénticas, si no en
sí mismas, al menos por sus efectos.
Pero estos no son más que casos muy particulares como
para permitirnos generalizar, y no podemos legítimamente inferir de ellos que el caso de
la semejanza se reduzca siempre al caso de la contigüidad.
La
semejanza, hemos dicho, es una identidad parcial, es decir una identidad de ciertos
elementos de las dos cosas que se semejan; el contraste se refiere
igualmente a elementos inherentes a una y a otra de las dos cosas entre las que
existe ese contraste. Es pues fácil comprender la causa de la asociación.
Dos cosas contiguas aún están separadas, pero la asociación no puede ser
posible más que si ha habido un enlace, y enlace supone siempre fusión o
síntesis al menos parcial. Este enlace, dado que no existe en las cosas,
no puede haber sido obrado pues más que por un cierto poder propio de la
conciencia; luego, en definitiva, es esa función sintética que ya hemos reconocido a la
conciencia, la que explica la asociación de ideas y en consecuencia la memoria,
en tanto que ésta es asociación de ideas.
Ahora bien, si la actividad
sintética de la conciencia explica bien el enlace, el cual explica la
asociación y el recuerdo por asociación, queda por explicar de qué manera este enlace tiene un
efecto duradero.
El recuerdo claramente consciente no se explica
completamente más que si se recurre a la memoria subconsciente, una memoria
depósito donde subsisten todos los enlaces operados en el pensamiento por la
conciencia.
Por otra parte, no se ve de qué manera podría salir algo
completamente de la conciencia, ni sobre todo cómo volvería a ella; el fenómeno del reconocimiento
en particular sería incomprensible si no se admitiera la memoria subconsciente.
Nos queda por ver qué parte tiene la fisiología en la
asociación de ideas; en primer lugar parece que el olvido debe explicarse
fisiológicamente, y en efecto se explica por la fatiga, que ella misma no tiene
sentido más que en fisiología. Observemos por otra parte que según lo que
acabamos de decir, no puede tratarse más que de un olvido relativo, en el
sentido de un paso de la conciencia clara y distinta a la subconsciente. Pero
las funciones del sistema nervioso no explican únicamente el olvido, pueden concurrir en cierta
medida a explicar la asociación de ideas: no hay duda de que a todas las
excitaciones simultáneas o contiguas en el tiempo, del sistema nervioso, no
correspondan enlaces de movimientos cuya reproducción posterior vendrá
facilitada por cambios moleculares de los elementos nerviosos, de tal
manera que si un cierto estado cerebral se reproduce en parte bajo la
influencia de un estimulante exterior, o incluso de una causa interior
cualquiera, el resto de este estado debe tender a regenerarse igualmente. De
igual modo, todo estímulo de un estado parcialmente semejante a otro debe
tender a regenerar a este otro por completo.
Así pues hemos de admitir la existencia de ciertas
condiciones fisiológicas de la asociación por contigüidad y de la asociación
por semejanza, pero no hay que olvidar que ningún movimiento puede engendrar él
mismo, ni por primera vez, ni posteriormente, un pensamiento o un estado de
conciencia cualquiera, y que lo fisiológico no puede ser a lo sumo más que una
causa ocasional de lo psíquico.
En suma, la asociación de ideas
debe explicarse simultáneamente por dos actividades concurrentes: por una
parte, la de la conciencia que opera síntesis y que conserva el recuerdo de
manera permanente en su parte más o menos oscura, que llamamos el
subconsciente, y por otra, la actividad cerebral bajo la forma de organización
de reflejos y de lo que puede llamarse la memoria orgánica, es decir la
persistencia de las modificaciones moleculares que deja todo estímulo.
Pero debe
quedar claro que la actividad de la conciencia explica ella sola el hecho
psicológico considerado en sí mismo; la explicación fisiológica no da
cuenta más que de las condiciones orgánicas de este hecho, y si ella tiene aquí
más importancia que la que posee respecto a otros hechos psicológicos, es porque la memoria es más
dependiente del organismo que los hechos intelectuales de un orden más elevado.
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