Piensa
en lo mejor y cree en nuevos amaneceres cuando estés asolado por los zarpazos
del destino.
Repítete una y otra vez un lema que siempre animó a Da Vinci en sus proyectos: ‘Los obstáculos no me vencen”.
El maestro italiano sabía que el tesón y la persistencia nos impulsan y nos motivan en los
tiempos aciagos.
Por eso en sus escritos aparecen otras dos consignas que le daban fuerza: “seguiré adelante” y “no me
aparto de mi surco”.
Una buena estrategia para animarse, concentrarse en el ahora y conjurar la
ansiedad sobre el futuro.
En este sentido es sabia
esta hermosa oración que ojalá lleve luz a tu mente, y paz y armonía a tu alma:
“Sólo por hoy no me
enojaré, sólo por hoy no me preocupare.
Honraré a mis padres, maestros y
ancianos.
Gano
mi vida honestamente, quiero hacer la voluntad del Padre y
soy amoroso y agradecido
con todo ser viviente”.
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