La felicidad la tienes más cerca de lo que crees y ojalá la disfrutes
en las cosas pequeñas.
Alégrate con el simple placer de caminar, sentir, ver o escuchar.
Da cariño y déjate querer, sé feliz dando felicidad.
No asumas culpas y no guardes rencores porque la clave está en amar
aquí y ahora.
Siéntate sobre el césped, abraza los árboles, charla con
las flores y admira los pájaros y las mariposas.
Vive alerta, pero tranquilo, sin afanes y sin
tensiones, con esa paz que da la presencia de Dios.
Disfruta el aire fresco y la caricia del viento
sobre tu rostro, canta, baila y juega con los niños.
Elige ser humilde, generoso, transparente, y persevera hasta alcanzar
tus ideales.
Siempre hay salidas.
No te aísles y sé paciente contigo mismo y con los
demás porque esta tierra no es el espacio de la perfección.
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