Todo está bien cuando eres amoroso y
compasivo, todo fluye cuando eres un humilde instrumento de Dios.
Huye de
la agitación, cierra tus ojos, respira profundo y siente la presencia de Dios en tu íntimo ser.
No corras más en el tren de la ambición y aprende la sabiduría del
desapego que te regala paz y libertad.
Aléjate del bullicio, entra mucho en tu
interior y así
podrás vibrar con una energía superior.
Descarga
esos pesos que traes del ayer y cicatriza viejas heridas, ya que solo tienes el instante que se
escapa.
Tu vida
está en el ahora que vives con amor, no en un pasado brumoso ni en un futuro
incierto.
Recuerda que la felicidad no es
ausencia de problemas y que todo, incluso lo “malo”, llega para el bien.
Ámate y
ama. El amor te saca de
cualquier torbellino y te da esa felicidad que no dan el poder ni el poseer.
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