Hay una constante en la vida de los personajes valiosos: nunca la
tuvieron fácil y templaron su carácter en la adversidad.
Por eso Shakespeare
trabajó como carnicero y maestro de escuela cuando su padre se arruinó
Julio Verne aguantó hambre en París mientras
preparaba sus novelas, mal alimentado y en un cuarto estrecho.
Dickens sufrió los rigores
de la miseria en su infancia y fue explotado como niño en una fábrica de
betún.
Andersen fue un niño
enfermizo y él mismo dijo: "Era tratado como el patito feo de mi famoso cuento".
Artemisa, Frida Kahlo
y muchas mujeres artistas fueron
bloqueadas por una sociedad machista.
Mandela soportó sin
rendirse 27 años de prisión.
La
verdad es que el triunfo
no es cuestión de suerte, sino de entrega y constancia.
Únicamente con una pasión
arrolladora sales adelante y te vacunas contra las dudas y contra un
facilismo perverso.
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