El
perdón es uno de los actos más nobles que puede consumar una persona, aunque
como recurso curativo ha sido subutilizado. Se ha demostrado científicamente
que perdonar resulta una eficaz medicina, por ser una especie de bisturí
simbólico que corta el cordón umbilical que nos une al dolor, lo nutre y lo
conserva. Su efecto positivo en la salud física y espiritual
mejora nuestra calidad de vida en sentido general.
Pero, perdonar no es una tarea fácil,
porque demanda fortaleza y valentía de la persona que se siente ofendida. Contrariamente a lo que muchos
piensan, olvidar un agravio es un acto de fortaleza, no de debilidad;
porque involucra una gran dosis de voluntad para superar la parte animal del
ser humano y vencer el
impulso de la venganza.
El
rencor daña la salud
El rencor es un mal sentimiento, pues cuando recordamos una ofensa o pensamos en la persona o circunstancia que la provocó experimentamos sensaciones molestas: frustración, dolor, ira, impotencia y ansiedad. Esa carga tóxica anega nuestra mente, se instala en nuestro organismo y nos provoca angustia e infelicidad.
Se ha comprobado que el enfado, el rencor y el resentimiento son emociones que nos conectan directamente con la hipertensión arterial y otras enfermedades; además de producirnos molestias como dolores de cabeza, indigestión, tensión muscular y calambres.
Pero
ningúna de las incomodidades físicas que producen el odio y el rencor son
comparables con el perjuicio que nos provocan en el aspecto psicológico: apagan el espíritu y nos desvalijan de energía positiva.
¿Qué
dicen los científicos?
En la mayoría de los casos, las ofensas producen sentimientos de coraje, de dolor y de resentimiento y en muchas ocasiones el deseo de vengarse del causante del agravio, ultraje o humillación y de cobrar “ojo por ojo” y “diente por diente”.
La
persona que se niega a perdonar y fomenta el rencor sigue siendo víctima de
quien le lastimó en el pasado y aúnque mucho se ha hablado del “dulce sabor de
la venganza” está comprobado que saber perdonar
ofrece mucho más ventajas – a largo plazo- que cobrar una ofensa.
Los
resultados de algúnas investigaciones científicas han demostrado que las
víctimas que perdonan a sus agresores experimentan una mejoría física y
psicológica mayor que aquellas que no lo hacen. Quien se rehúsa a perdonar
conserva en sus adentros una carga de sentimientos negativos y esto
provoca que el acto de la agresión se prolongue más en el tiempo.
Pero no son solos las sectas religiosas las que proclaman los beneficios del perdón; sino que la psicología también sostiene que el rencor, el coraje y el deseo de venganza dañan el cuerpo y el alma, porque provocan y crean emociones negativas en el cerebro que impiden el funcionamiento sereno y equilibrado de una persona.
Según
las últimas investigaciones científicas, cuando el estado de ánimo se mantiene
deseando una revancha o represalia, el cerebro y el cuerpo humano promueven
toxinas que actúan sobre el organismo y afectan
los sistemas cardiovascular, digestivo y nervioso.
Los investigadores del tema aseguran que
al perdonar se obtienen los siguientes beneficios:
Disminución
de los niveles de ira y hostilidad.
Aumento
de los sentimientos de Amor.
Mejor habilidad para controlar la ira.
Incremento
en la capacidad de confiar en otros.
Liberación
de los sentimientos asociados a eventos del pasado.
Ayuda
para evitar la repetición de ciertos de patrones negativos.
Beneficia
tanto a quien lo otorga como a quien lo recibe.
Fortalece
y solidifica las relaciones.
El rencor es un mal sentimiento, pues cuando recordamos una ofensa o pensamos en la persona o circunstancia que la provocó experimentamos sensaciones molestas: frustración, dolor, ira, impotencia y ansiedad. Esa carga tóxica anega nuestra mente, se instala en nuestro organismo y nos provoca angustia e infelicidad.
Se ha comprobado que el enfado, el rencor y el resentimiento son emociones que nos conectan directamente con la hipertensión arterial y otras enfermedades; además de producirnos molestias como dolores de cabeza, indigestión, tensión muscular y calambres.
En la mayoría de los casos, las ofensas producen sentimientos de coraje, de dolor y de resentimiento y en muchas ocasiones el deseo de vengarse del causante del agravio, ultraje o humillación y de cobrar “ojo por ojo” y “diente por diente”.
Pero no son solos las sectas religiosas las que proclaman los beneficios del perdón; sino que la psicología también sostiene que el rencor, el coraje y el deseo de venganza dañan el cuerpo y el alma, porque provocan y crean emociones negativas en el cerebro que impiden el funcionamiento sereno y equilibrado de una persona.
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