Cuentan
que Sócrates, (murió en 399 a-C.), preso antes de su muerte, escuchó la hermosa
melodía que cantaba cerca otro prisionero.
El sabio filósofo le pidió que por favor la repitiera para poder
aprendérsela, y el otro le dijo:
- ¿Para que me pides eso si yo sé que mañana mismo vas a
morir?
- Es que antes de morir quiero aprender algo más, repuso sereno el
gran maestro griego.
¡Qué
hermosa lección! Siempre hay algo nuevo para aprender cuando eres humilde y te abres
el cambio.
Sólo
el orgulloso se niega a aprender algo porque cree que ya lo sabe todo
o que nadie le puede enseñar.
Cada
día es una nueva vida, cada jornada es un regalo del cielo
para amarte, renovarte y reinventarte.
Todos
son maestros tuyos en algo si andas con el corazón abierto
y amas la vida con la avidez de los niños.
Es más, casi siempre los seres sin fama, poder o dinero son los
que más te enseñan si sabes valorarlos.
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