Los padres y formadores de
un niño o joven son sus entrenadores y todo buen entrenador pone límites.
Imagina a un entrenador que dice a sus deportistas: “A partir de ahora cada cual hará lo que le gusta.”
No habrá exigentes ejercicios, ni trotes, ni horas de gimnasio; solo jugar un rato de modo fácil y cómodo.
“Pueden tomar licor, drogarse y jugar con videos todo el día en
su celular o en computador”.
¿Absurdo cierto? Pues eso es lo que toleran ciertos padres y abuelos porque “el niño puede hacer lo que quiera”.
Conste que ese “niño” ya es un joven voluntarioso y caprichoso que no acepta reglas ni límites.
Mal que tiene sus raíces en la infancia.
Esta es la triste realidad en muchas casas que no son un hogar lleno de amor, valores, confianza y armonía.
Cuando un hijo dice a quien le exige, casi siempre la madre, “te odio”, eres remamona”, un día valorará a su entrenadora, pero va a sufrir antes.
Imagina a un entrenador que dice a sus deportistas: “A partir de ahora cada cual hará lo que le gusta.”
No habrá exigentes ejercicios, ni trotes, ni horas de gimnasio; solo jugar un rato de modo fácil y cómodo.
¿Absurdo cierto? Pues eso es lo que toleran ciertos padres y abuelos porque “el niño puede hacer lo que quiera”.
Conste que ese “niño” ya es un joven voluntarioso y caprichoso que no acepta reglas ni límites.
Esta es la triste realidad en muchas casas que no son un hogar lleno de amor, valores, confianza y armonía.
Cuando un hijo dice a quien le exige, casi siempre la madre, “te odio”, eres remamona”, un día valorará a su entrenadora, pero va a sufrir antes.
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