¿Por
qué hay infieles?
Por la lucha entre ley y deseo. A uno le gusta mucho lo que le prohíben.
Uno (suele hablar en primera persona) después de conquistar a la persona amada,
comienza a fijarse en
otras posibles presas. Lo segundo: porque descuidan la relación;
creen que ya todo está listo. Y el amor hay que construirlo todos los días.
¿Qué piensa un infiel?
Se es infiel porque se decide
serlo. Detrás de eso hay fallas emocionales y psicológicas, inseguridades, carencias en las
relaciones, infelicidad e incapacidad de resolver las tentaciones. Hay
que revisar cómo fue su
infancia, cuál es el modelo
de familia que tiene.
¿Quiénes son más infieles, los hombres o las mujeres?
Tenemos la imagen de que los hombres son más infieles. Es
así como la cultura los ha vendido. Pero estadísticamente no se puede decir que
los hombres son infieles y que ellas no lo son.
¿Qué piensa de los ‘picaflores’?
Es síntoma de inestabilidad
emocional. Muchas veces desean sentirse poderosos. Si un hombre dice
que está conquistando a otras mujeres, es un héroe. Los hombres queremos ser
admirados. El machismo
aplaude al hombre que es infiel pero condena a la mujer que lo es.
¿Qué lleva a un hombre a poner ‘cuernos’?
No se puede justificar, la causa primera está en cada quien. Pero suele
suceder que tal vez ella aportó algo: mujeres que infortunadamente no cumplen su rol de pareja,
que se concentran en ser mamás y se olvidan de ser esposas, que se descuidan
físicamente, que reprochan, pelean, cantaletean y hacen lo posible por
amargarles la vida a sus esposos. Eso tiende a que él justifique su
decisión de ser infiel.
Pero lo mismo les puede pasar a ellas… Hay más de un galán
que no tiene una palabra de amor, una flor, un detalle que haga sentir valiosa
a la esposa. Ese es un contexto que puede inducir a una infidelidad, pero no es
la razón principal. Así como hay hombres mujeriegos,
también hay mujeres ‘hombreriegas’.
¿En las mujeres el daño es más contundente?
Evidentemente. La construcción cultural las hace más
vulnerables y tal vez frágiles. A los hombres nos enseñaron a
ocultar los sentimientos (...). Se dice que ellas involucran más
sentimientos en una infidelidad (...). (Ellas) entienden que si tienen otra
relación y aman más a otro, tienen que irse. Eso explica por qué los hombres
infieles no dejan sus hogares y muchas mujeres infieles sí.
Usted dice: no se case enamorado. ¿A qué se refiere?
No creo que la gente deba
casarse enamorada: debe hacerlo amándose, que es diferente. El
enamoramiento es una idealización, es fantasía; el amor es realidad. Si me caso
enamorado lo hago con la idea que tengo de la otra persona, no con la otra
persona. Cuando la gente se casa enamorada ese enamoramiento puede pasar
rápidamente, surge un sentimiento de estafa y se puede enamorar fácilmente de
otra persona, hay infidelidad y todo se acaba.
¿En qué momento casarse?
Cuando haya un ejercicio de amor
verdadero, de conocimiento y aceptación; saber que el otro tiene cosas que no
me gustan pero otras que me fascinan y que aun así lo prefiero y quiero ser
feliz a su lado, sin depender, pero amando. Si hay amor verdadero,
es menos probable que haya infidelidad.
¿En qué casos se puede perdonar una infidelidad?
Cuando la persona está realmente
arrepentida. Si justifica los ‘cachos’, seguro lo vuelve a hacer.
Que entienda que hizo mucho daño y dé muestras objetivas de su cambio, no solo
palabras. Debe florecer el amor y una verdadera experiencia espiritual. No hay
que botar la toalla, hay que luchar por la relación y la familia.
¿Cuándo es mejor decir adiós?
Soy un defensor del matrimonio y
creo en su indisolubilidad. Que no digan que promuevo separaciones. Pero cuando hay maltrato y violencia, o es la infidelidad 1.500, es
mejor decir adiós. Dios quiere que vivamos
saludables.
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