Debe haber ciertos límites en la relación matrimonial, porque son los que lo van a proteger del deterioro.
El Respeto. Este es primer y más importante límite en toda relación humana y especialmente en el Matrimonio; porque si se pierde este límite, la relación puede caer en una onda destructiva. Las faltas de respeto destruyen la confianza y borran las cosas buenas que se hayan hecho. Es normal que tengan diferencias de criterio para tomar decisiones, pero esas diferencias deben manejarlas con respeto, considerando las opiniones del otro como válidas e importantes, igual que las suyas. Entonces exponen sus argumentos y tratan de ceder y ponerse de acuerdo. Si aun así no logran ponerse de acuerdo, busquen quien les ayude a discernir la situación. Pero nunca traten de imponer su criterio ni de exigir al otro. Eso es una falta de respeto.
El Orden de Prioridades. Primero la atención al cónyuge, después los hijos, después el trabajo, luego los familiares y luego la Iglesia. Este es el orden de prioridades que le da a la familia el marco de estabilidad emocional que necesitan para poder manejar bien las relaciones.
Si alguno de los cónyuges ha fallado en estos límites, no le juzgue ni le condene.
La mejor manera de ayudar a un cónyuge que está fallando en alguna de estas áreas no es criticándole ni regañándole. Es hablando al respecto con paz y sabiduría y tomando la decisión de hacer las cosas bien. Tomen la decisión de perdonarse por haber fallado en alguno o varios de esos límites y decidan hacer el esfuerzo de no volver a pasarlos y apoyarse, perdonarse y levantarse cuando alguno falle ocasionalmente.
Tu matrimonio y tu familia son el tesoro más valioso.
¡CUÍDALOS!
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