En
su primera aparición a los discípulos las primeras palabras de Jesús les dice:
“La
paz esté con ustedes”.
¿Porque les dice esto? Pues porque encontró
sus amigos con los cuales andaba, predicando a la gente y haciendo sus milagros,
todavía muy asustados. Sabía que perdieron su esperanza de conseguir un puesto
importante en el reino terrenal que les iba a conseguir, ya que aún no comprendieron la verdadera razón
de la venida de su líder a este mundo.
Para que Jesús lograra su meta, la
evangelización del mundo, proclamando la Palabra, tenía que sembrar la paz en la mente de sus discípulos,
para que donde quiera que anduvieran fueran capaces de llevar la paz. Sin embargo, ni ellos ni
nosotros podemos hacerlo si no tenemos paz, si no vivimos en paz y si no
vivimos la paz.
Para conseguirlo les mostró las manos y el
costado, para convencerlos que era él, Jesús, el hijo de Dios venido al mundo para liberar la humanidad del
pecado. Ya logrado esto pudo enviar sus discípulos diciendo “como el Padre me envió, así yo
los envío a ustedes”.
Como
eran simples pescadores, hombres del pueblo, sabía que por
sí mismos no podían, envió el Espíritu Santo sobre ellos y añadió: “A quienes les perdonen los
pecados les quedarán perdonados ; a quienes se los retengan les quedarán
retenidos”. Para nosotros esto fue el mejor regalo que Jesús nos podía haber dejado.
Conocemos los mandatos de Dios, tratamos de vivir cumpliendo los mandatos de
Dios, pero sabemos también
que somos de carne débil y estamos constantemente bajo el acecho del Maligno,
quien nos trata de sacar del buen camino.
Tenemos, gracias a Dios, nuestros sacerdotes,
quienes por mandato de Jesús a través de sus Apóstoles tienen el poder en
nombre de Dios de perdonar nuestros pecados, siempre y cuando nos arrepintamos verdaderamente ante
Dios.
Qué regalo más grande, recibir el perdón de
nuestras desviaciones del camino al Reino de Dios, que nos ha sido prometido. Esto es el verdadero significado
de las palabras “La paz esté con ustedes” ya que confiamos y creemos que por
más malo que nos hemos portado frente a nuestro creador siempre tenemos un
padre que nos perdona a nosotros, los hijos pródigos. Este saber, yo
llamo la Paz. También nosotros, igual que los simples apóstoles, Jesús nos envía a proclamar y
vivir la Palabra, con la ayuda del Espíritu Santo para que todos nuestros
hermanos encuentren el camino hacia Dios.
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