Aforismo
es una declaración u oración que pretende expresar un principio de manera
concisa, coherente y en apariencia definitiva.
Cuando
el avaro practica cualquier generosidad, la propaga a los cuatro vientos.
El espíritu de ganancia está en todas partes con poder dominador. Hasta lo que conocemos como generosidad, se pregona en la plaza pública en honor de los filántropos. Damos una limosna, hacemos una acción benéfica, y pretendemos extraer beneficios por estas acciones. El fariseísmo es un mal endémico en nuestra sociedad. El altruísmo se anuncia en todas partes para reconocimiento popular y, por tanto, nos preparamos para recoger los intereses que producen. Dice la Doctrina Secreta que hagamos la limosna en secreto. Prudente y sabio es quien sigue el precepto fielmente.
Oculta
tu bondad, para que ella no alcance los
límites de tu vanidad.
La bondad exteriorizada concluye en vanidad interior. La simplicidad consiste en una bondad natural, no manipulada. Es un estado de gracia no provocado por nada. Las virtudes lo son por ser ocultas, formando parte del carácter y se manifiestan espontáneamente. Si cualquiera de estas cualidades se expresara, eclipsando a las demás, la vanidad no tardaría en hacer su aparición anulando la positividad. Callar es condición que oculta un gran poder para aquél que sabe.
Las
almas grandes se transforman en corrientes de amor.
Fluir es condición básica para que las almas puedan ser pescadas en las redes que lanzan los Maestros desde las orillas de la Eternidad. Como el agua que no puede dejar de correr para no contaminarse, el hombre ha de fluir en un eterno movimiento ascendente que llamamos aprendizaje, para no caer en la muerte del inmovilismo. "A nadie llames Maestro", dice Jesús a un oyente que le da este título. En verdad, la maestría en la tierra no es más que un grado superior del aprendiz. Seamos canales limpios y las mil vías del amor fluirán sin contaminarse y podamos darlo en su estado más puro.
Cuando
el alma está en armonía con dios, cualquier
acto se transforma en música.
No se concibe el ritmo sin música, ni ésta sin armonía. El alma divina en estado de meditación o de inspiración, escribe la música del silencio sobre el tejido nervioso, produciendo vibraciones acompasadas, a las que llamamos melodía interior. La mano que bendice, la voz que consuela, la sonrisa que anima, la mirada que afirma, tienen su propia música y el hombre la hace sonar desde la caja sonora de su corazón.
El espíritu de ganancia está en todas partes con poder dominador. Hasta lo que conocemos como generosidad, se pregona en la plaza pública en honor de los filántropos. Damos una limosna, hacemos una acción benéfica, y pretendemos extraer beneficios por estas acciones. El fariseísmo es un mal endémico en nuestra sociedad. El altruísmo se anuncia en todas partes para reconocimiento popular y, por tanto, nos preparamos para recoger los intereses que producen. Dice la Doctrina Secreta que hagamos la limosna en secreto. Prudente y sabio es quien sigue el precepto fielmente.
La bondad exteriorizada concluye en vanidad interior. La simplicidad consiste en una bondad natural, no manipulada. Es un estado de gracia no provocado por nada. Las virtudes lo son por ser ocultas, formando parte del carácter y se manifiestan espontáneamente. Si cualquiera de estas cualidades se expresara, eclipsando a las demás, la vanidad no tardaría en hacer su aparición anulando la positividad. Callar es condición que oculta un gran poder para aquél que sabe.
Fluir es condición básica para que las almas puedan ser pescadas en las redes que lanzan los Maestros desde las orillas de la Eternidad. Como el agua que no puede dejar de correr para no contaminarse, el hombre ha de fluir en un eterno movimiento ascendente que llamamos aprendizaje, para no caer en la muerte del inmovilismo. "A nadie llames Maestro", dice Jesús a un oyente que le da este título. En verdad, la maestría en la tierra no es más que un grado superior del aprendiz. Seamos canales limpios y las mil vías del amor fluirán sin contaminarse y podamos darlo en su estado más puro.
No se concibe el ritmo sin música, ni ésta sin armonía. El alma divina en estado de meditación o de inspiración, escribe la música del silencio sobre el tejido nervioso, produciendo vibraciones acompasadas, a las que llamamos melodía interior. La mano que bendice, la voz que consuela, la sonrisa que anima, la mirada que afirma, tienen su propia música y el hombre la hace sonar desde la caja sonora de su corazón.
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