Aprendamos
de los grandes, de los sabios, aprendamos porque para eso estamos aquí, pero lo
mas importante que ello nos lleve a ser felices y derrochemos nuestra alegría
en los demás. El siguiente texto fue escrito por el inolvidable Charles
Chaplin. Cuando me amé de verdad…
Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier
circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y,
entonces, pude relajarme.. Hoy sé que eso tiene nombre… autoestima.
El
tiempo es el mejor autor: siempre encuentra un final perfecto”.El tiempo es el
mejor autor: siempre encuentra un final perfecto.
Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y
mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que voy contra mis propias
verdades. Hoy sé que eso es… autenticidad.
Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera
diferente, y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi
crecimiento. Hoy sé que eso se llama… madurez.
Nunca
te olvides de sonreír porque el día que no sonrías será un día perdido.
Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es
ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona, solo para alcanzar
aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez
yo mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… respeto.
Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo
que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me
empujara hacia abajo. Al
principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se llama… amor
hacia uno mismo.
Cuando me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener
tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de
futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a
mi propio ritmo. Hoy sé, que eso es… simplicidad.
Ríe y el mundo reirá contigo; llora y el mundo, dándote
la espalda, te dejará llorar.Ríe
y el mundo reirá contigo; llora y el mundo, dándote la espalda, te dejará
llorar.
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre
la razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así descubrí la… humildad.
Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el
pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que
es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… plenitud.
Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede
atormentarme y decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al servicio de mi
corazón, es una valiosa aliada. Y esto es… saber vivir!
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