Los rusos aman el ballet desde hace siglos y millones de niños y niñas
entrenan duro para ser grandes bailarines.
El Metro de Moscú es precioso y lleva cada
día a 9 millones de pasajeros; más que el de Nueva York y Londres juntos.
Los rusos son muy supersticiosos. Por ejemplo, todos tienen que sentarse en una
silla antes de salir a un viaje largo.
Después de Japón, Rusia es el segundo país
consumidor de sushi. Lo ven como comida perfecta para
la mujer que hace dieta.
Allá regalar flores es muy popular y por todas partes hay tiendas de
flores abiertas 24 horas. Por superstición creen que solo
debes regalar un ramo con número de flores impar. El número par se asocia a los
funerales.
Al ruso le encanta meter todo en latas de
conservas: pepinos, remolacha y cualquier vegetal que se pueda conservar.
A la entrada de un museo, bar o
restaurante, te piden el abrigo que una abuela pone en un gran guardarropa.
La gente puede pagar los bienes básicos con
vodka, en vez de usar dinero o tarjetas.
Conducir con el coche sucio es un delito,
pero no está claro qué es sucio. Para algunos es si no se leen los números de
la placa.
Los rusos se divierten recogiendo hongos
para consumirlos. Los comen sin secar o los cocinan.
El metro de Moscú parece un museo con galerías y pinturas. La estación
Park Pobedy es la cuarta más baja del mundo a 84 metros.
Es común colocar alfombras en las
paredes. Hace años las paredes eran
delgadas y el vecino podía escuchar lo que se hablaba.
En ruso la palabra que significa recuperarse, mejorarse para recobrar
la salud, es la misma que significa “engordar”.
Rusia tiene el lugar habitado más frío del planeta: la aldea de
Oimiakón. En invierno la temperatura cae hasta los -70ºC.
El Hermitage de San Petersburgo es uno de los mayores museos del mundo,
allí muchos gatos impiden que los roedores dañen las obras.
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