Pepe Mujica fue por años el presidente
más pobre del mundo y se mostró como lo que es: Un ser del campo.
Vivió y
vive aún con su esposa Lucía en
un rancho modesto y desdeñó con desapego el palacio y el avión
presidencial.
Donó el 90% de su sueldo a causas
sociales e iba
desde su despacho hasta su chacra en un Volkswagen azul 1987.
Siempre
sencillo y afable no se dejó atrapar por el poder y sirvió con amor y dedicación
a su país.
Es un
buen ejemplo de como un
revolucionario, (fue Tupamaro), puede cambiar de actitud y de vida.
Pasó
casi quince años de su vida en prisión. Su último período de detención duró
trece años, entre 1972 y 1985.
Pepe Mujica tiene mucho que enseñarnos
a todos y sería un
excelente mentor en La Habana para una paz exigente.
Sí porque muestra cómo se puede
dialogar, ceder y lograr acuerdos lejos del Ego, la violencia o la codicia.
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