La victoria siempre es del más
perseverante, de aquel que no se rinde y conoce el arte de insistir y
persistir.
Algo
que se ve nítido en el historial de fracasos o derrotas de Abraham Lincoln:
Lincoln fue sin duda muy persistente: a
los 21 años falló en los negocios y a los 22 en la carrera legislativa.
A los
24 falló de nuevo en los negocios; a las 26 tuvo que superar la muerte de su novia.
A los
27 tuvo un ataque de nervios; perdió la contienda por el congreso a los 34, y las elecciones para el
senado a los 45.
A los
47 intentó, sin éxito, convertirse en vicepresidente; a los 49 perdió nuevamente las elecciones
para el senado.
Sabía
esperar y continuar, y
finalmente a los 52 años se convirtió en el Presidente de los Estados Unidos.
Apela a
tu fe, aprende de los fracasos, cambia tus estrategias y recuerda que el que
persevera, alcanza.
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