Asimila
y graba esto en tu mente: Ayuda no solicitada es ayuda
desperdiciada.
Silencia
la engañosa voz del pesar y no
le ayudes a otra persona mientras ella no lo pida.
Ojo,
antes de ayudar ten en
cuenta otras claves, sin las cuales harás daño creyendo que haces el
bien.
1.
Solo ayudas de verdad
cuando haces por alguien lo que él realmente no puede hacer.
2.
Tu ayuda no debe ser para que el otro se recueste y cree una dependencia contigo.
3.
Ayuda si tienes con qué hacerlo y sabes cómo hacerlo. Dar es un arte y pide sabiduría.
4.
Ayuda si moralmente te
corresponde, por lo mismo, no debes cargar las cruces de los demás.
5.
Es dañino interferir en el
aprendizaje del otro que necesita sufrir para poder despertar y cambiar.
La adversidad es una gran amiga; no la
mires como un obstáculo, sino como una maestra.
Te deja valiosas lecciones si, en lugar
de renegar, la afrontas con fe, entusiasmo y coraje.
Por
eso fallan aquellos padres
que pretenden evitarles a sus hijos todas las dificultades.
De
algún modo la vida se las pondrá para que se fortalezcan y muestren de qué con
capaces.
Lo
que deben enseñarnos desde pequeños es a perseverar, a ser pacientes y a no rendirnos.
En
lugar de llevar a sus hijos sobre sus hombros, los padres deben enseñarles a ser fuertes y
animosos.
La adversidad nos pule, nos confronta y es como el
ejercicio para los músculos, les
da firmeza.
Mira bien y verás que lo que eres se lo
debes, no a lo fácil, sino a lo difícil, a lo adverso.
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