Las maravillas y las sorpresas de la
naturaleza nos conectan con el amor y la inimaginable majestad de Dios.
En
la selva panameña y en el Chocó existe la rana cristal. Es translúcida y hay 13 variedades.
Estas
ranitas cambian de sexo en
su recorrido vital y es
el macho el que cuida los huevos dos semanas hasta que salen los
renacuajitos.
¿Sabías
que el colibrí ralentiza
su cuerpo en las noches para ahorrar energías? Debe consumir cada día 4 veces su peso en néctar.
Las
hormigas cortadoras de hojas forman enjambres de hasta cuatro millones de individuos. No digieren
esas hojas. Las llevan al
hormiguero y las cuidan hasta que brotan unos hongos que son su alimento.
Son agricultoras desde hace 50 millones de años.
Para
buscar comida y a sus presas las
hormigas siguen rastros químicos de otras y pueden cargar 60 veces su peso.
Es
algo asombroso porque es
como si tú pudieras soportar ese gran peso mientras caminas por la selva.
Inaudito.
En la
selva solo un 2% de la luz llega al suelo oscuro y fangoso; entonces las plantas trepadoras
buscan la necesaria luz. Trepan hacia el hermoso dosel seco, brillante y
caliente. Un espacio verde
lleno de vida, claridad y biodiversidad.
Del
mismo modo que las plantas, tú
debes buscar siempre esa luz y ese calor de amor que Dios te brinda.
Recuerda
lo que Jesús afirmó: “Yo soy la luz del mundo y aquel que me sigue no camina en
las tinieblas”. Búscalo en
tu interior y en los demás, síguelo, ámalo, y entonces verás como todo
fluye en tu vida del mejor modo.
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