En la década de 1820, los frenólogos afirmaban que podían medir las
"protuberancias" del cráneo de los individuos para predecir los
rasgos de su personalidad.
Desacreditada fuertemente en la década de
1840, fue la primera disciplina en ser llamada pseudociencia y se sigue
considerándola como tal hasta el día de hoy.
La pseudociencia o seudociencia (‘falsa ciencia’) es aquella
afirmación, creencia o práctica que, no obstante a presentarse como científica,
no cumple con un método científico válido, carece de
respaldo de evidencias científicas o plausibilidad, no puede ser comp/robada de
forma fiable o carece de estatus científico.
A menudo se caracteriza por el uso de afirmaciones vagas,
contradictorias, exageradas o infalsables, una dependencia
excesiva a la confirmación en lugar de pruebas rigurosos de refutación, poca o
nula disposición a evaluaciones externas por otros expertos y en general una
ausencia de procedimientos sistemáticos para el desarrollo racional de teorías.
El término pseudocientífico a menudo se le considera inherentemente
peyorativo, debido a que sugiere que algo es presentado vaga o incluso
embusteramente como ciencia, cuando no lo es.
En consecuencia, aquellas prácticas y
defensores categorizados como tales usualmente rechazan esta etiqueta.
Un área, práctica o cuerpo de conocimiento puede ser razonablemente
llamada pseudocientífica cuando se presenta congruente con los criterios de la
investigación científica, pero manifiestamente falla en cumplir tales
requisitos.
La ciencia también se diferencia de la
revelación, teología y espiritualidad en que ofrece un entendimiento de la
realidad mediante el conocimiento obtenido por la investigación y
experimentación empíricas.
La divulgación científica tendenciosa puede nublar las fronteras entre
la ciencia y la pseudociencia del público general y puede
además incluir ciencia ficción.
Las creencias pseudocientíficas están ampliamente arraigadas, incluso entre periodistas y profesores de ciencia de escuelas laicas.
El problema de la demarcación entre ciencia y pseudociencia tiene
implicaciones políticas, además de problemas científicos y filosóficos.
Distinguirlos tiene consecuencias prácticas en
el caso de la asistencia médica, peritaje judicial, políticas ambientales y
educación en ciencias.
Es parte de la educación científica y la
literatura científica diferenciar los hechos y teorías científicos de las
creencias pseudocientíficas, como aquellas encontradas en la astrología,
alquimia, y charlatanería y creencias ocultistas, unidas falazmente a conceptos
científicos.
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