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QUÉ BELLA ERES AMADA MÍA, QUÉ BELLA ERES

 

Es una experiencia deliciosa leer y profundizar el Cantar de los cantares en la Biblia.
 
Una joya poética y mística tan cara a los afectos y el espíritu de muchos santos e iluminados.
Un canto jubiloso al amor humano y divino en la ausencia y la presencia, lo que se presiente y lo que se vive.
Allí hay tantas expresiones con las que se puede identificar un buen amante, es decir, alguien que está amando:
- Yo buscaba al amado de mi alma, lo busqué y no lo halle, buscaré al amado de mi alma.
 Ese amado es Dios.
- ¡Qué bella eres, amada mía, qué bella eres! Eres toda hermosa, en ti no hay ningún defecto.
 
 Se habla del alma.
- Me robaste el corazón, novia mía, me robaste el corazón con una sola mirada tuya.
 
 Nota.
 Es Dios hablando de la persona humana.
- Qué amorosas son tus caricias.
 Los labios de mi novia destilan pura miel.
 Más delicioso es tu amor que el vino.
- Yo soy para mi amado y él es para mí.
 ¿Quién apagará el amor?
Que vengan los torrentes y no lo ahogarán.

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