Si quieres saber de inteligencia emocional, pregúntale a
un maestro de ajedrez. En particular al célebre campeón Garry Kasparov, quien
piensa que todas las lecciones del juego real se pueden llevar a la vida
diaria.
Era 1995. Se encontraban en el
Campeonato Mundial de Ajedrez Clásico. Habían jugado ya ocho partidos y todos los habían
empatado. Entonces, en el noveno juego, Viswanathan “Vishy” Anand, ganó
la partida. ¿Qué tiene que
ver esto con la inteligencia emocional? Se trata de una anécdota que el
maestro de ajedrez y campeón mundial Garry Kasparov, recuerda a sus alumnos en
sus Master Class en línea.
Tras esa derrota después de ocho empates en un
campeonato mundial, Kasparov tenía todo el derecho a derrumbarse. O,
cuando menos, a perder su confianza habitual. Pero lo que hizo fue analizar lo que lo había llevado a
perder. Tras un duro escrutinio de sus propias acciones, ganó cuatro de los siguientes
cinco juegos y se coronó campeón. “Me enojé conmigo mismo, pero pude canalizar
ese enojo y convertirlo en energía positiva para tener un buen resultado”,
explica Kasparov. Para este ajedrecista y escritor ruso, todas las lecciones
que se obtienen en el tablero de ajedrez se pueden aplicar a la vida y viceversa.
Por lo tanto, sus clases del juego real son, también —y a propósito— clases de
inteligencia emocional.
Kasparov y la inteligencia
emocional. Esto es lo que
opina un maestro de ajedrez
No es necesario ser Garry Kasparov para adentrarse en
este juego, donde, al principio, todos son errores. Lo que este maestro
de ajedrez nos enseña de la inteligencia emocional es a frustrarnos menos y a aprender más de esas
“metidas de pata”, como él las llama. No es fácil hacer un jaque mate y
también es duro perder una
valiosa reina ante un aparentemente significante peón.
Lo común, dice Kasparov, es que la gente culpe a su
entorno. Decir que alguien
estaba haciendo mucho ruido o señalar trampas que no existen, no sirve.
Para este maestro “Si
quieres entender cómo puedes ser mejor, tienes que mirar cada movimiento que
haces con la finalidad de comprender la naturaleza de tus errores”,
dice.
“Aprender sobre ti mismo es imposible si no haces un
análisis de tu juego. Y
tienes que ser muy honesto. Brutalmente honesto. Despiadadamente honesto
contigo mismo”. Es así
como una partida de ajedrez se convierte en un viaje al autoconocimiento y a la
mejora del yo.
Así que la próxima vez que veas a
alguien jugando ajedrez, anímate a retarle a una partida. Aprenderás más
de lo que crees.
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