Cuando
Lucía se miró al espejo, descubrió nuevamente ese brote en la piel que tanto le
preocupaba porque si algo deseaba, era lucir bien siempre. Eran unas pequeñas escamas blancas que, inicialmente
surgieron en sus cejas pero que progresivamente y casi de manera imperceptible se
fueron extendiendo por sus pómulos.
¿Atrapado en una situación de angustia o desesperanza porque
no sabe controlar sus emociones?
Comprendo tu preocupación, le dijo el dermatólogo. Tienes
una piel muy hermosa, pero ya ves, estas vetas son producto de tus
preocupaciones. Ella lo miró con
desconcierto. –No creo… es decir, no encuentro relación con estos brotes--.
El galeno tomó su tiempo para explicarle la relación
entre las preocupaciones y cargas emocionales y la enfermedad.
Debes
aprender a manejar tus situaciones cotidianas; de lo contrario, ningún
medicamento te servirá, le explicó.
Esa recomendación, que ella no compartió al principio,
resultó eficaz. Someter sus preocupaciones e incertidumbres en manos del Señor
Jesús, fue un paso definitivo para la sanidad de la afección en la piel.
Recuerdo el caso de una joven mujer afectada por una
extraña manifestación de artritis. Junto con mi esposa Lucero oramos varias
veces por ella. Pasaba noches tranquilas, pero de nuevo la volvían a asaltar
los dolores. La situación persistió por algún tiempo hasta que le pregunté si
albergaba rencor hacia alguien. Sólo cuando admitió que odiaba a su yerno, y
oramos para que Dios pusiera perdón en su corazón, fue sana totalmente.
La
ciencia ha venido probando aquello que por siglos estuvo advertido en la
Biblia: que las emociones negativas causan enfermedades.
Emociones
negativas y enfermedades van de la mano
Las emociones negativas que tienen a controlarnos, están
íntimamente ligadas a las enfermedades. El Centro de Enfermedades de Atlanta,
en Estados Unidos, reveló recientemente que el 80% de las enfermedades como
asma, artritis, úlceras, dolores de cabeza y problemas cardíacos, estaban
asociados a sentimientos como tristeza, ansiedad, pesimismo, falta de perdón y
estrés.
Un importante científico de la Universidad de Stanford,
explicó que estados emocionales mal administrados causan una profunda
afectación en nuestro organismo. Explica que: “…Si podemos eliminar o controlar
nuestras emociones negativas, hay muchas posibilidades de que los problemas de
salud se minimicen e incluso, que desaparezcan”.
¿Qué
se debe hacer? Los especialistas coinciden en asegurar que es necesario poner
límites a las reacciones airadas, a sentimientos de soledad, al odio, la
ansiedad y la tristeza, entre otras, avanzando hacia su pleno control con ayuda
de Dios.
Desde la Universidad de Stanford se informó que “Las
investigaciones han comprobado que una actitud positiva actúa sobre el sistema
inmunológico, elevándolo, y trayendo mejoramiento de enfermos con afecciones como cáncer, ya que al
producirse una reducción en la ansiedad, las preocupaciones y la tristeza, el
cuerpo está más dispuesto a enfrentar lo que le causa mal”.
Es imperativo, entonces, someter la carga emocional que
nos perjudica, en manos de Dios, como paso para recibir sanidad física y
emocional.
Nuestro
amoroso Padre celestial quiere traer sanidad a nuestro mundo interior...
Someta
sus emociones en manos de Dios
Los seres humanos somos muy complejos. Lo que se anida en
nuestro ser, ni nosotros mismos alcanzamos a dimensionarlo (Cf. Jeremías 17:9)
Si bien es cierto la sicología ha logrado avances de mucha significación, quien
conoce a plenitud nuestro mundo interior es Dios y es Él quien puede traer
sanidad completa.
La
Biblia enseña que todo aquello que guardamos, consciente o inconscientemente,
debemos entregarlo en manos del Señor, quien nos permite superar hechos
traumáticos o escenas que siguen latentes en nuestra mente y nos impiden
avanzar: “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para
siempre caído al justo.”(Salmo 55:22)
Igualmente las Escrituras nos enseñan que, si
consideramos que la desesperación nos agobia, que no podemos controlar nuestras
emociones y que tal vez nos sentimos como en un callejón sin salida, es a
nuestro amoroso Dios a quien debemos acudir “Porque satisfaré al alma cansada,
y saciaré a toda alma entristecida.”(jeremías 31:25) La sicología es valiosa,
sin duda, pero quien realmente trae sosiego y sana las heridas de nuestra
existencia, es Dios mismo.
Una joven a quien visité en una clínica, tras un intento
fallido de suicidio, compartía su angustia tras un aborto y dos relaciones sentimentales
que habían terminado en fracaso. “Creo que me causaron mucho daño”, se lamentó.
Examinamos las Escrituras, especialmente aquellas hermosas promesas de Dios
Padre donde nos muestra los maravillosos planes que tiene para nosotros.
Finalmente le recordé que Aquél que podía sanar su vida,
física y emocionalmente, era el Señor Jesús quien dijo: “Venid a mí todos los
que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.”(Mateo 11:28)
No
tiene sentido que sigamos arrastrando una pesada carga emocional cuando Dios
quiere traernos sanidad y llevarnos a un disfrute de la existencia, a plenitud,
dejando sepultado el ayer y mirando el presente de victoria y el futuro
prometedor que se abre delante de nosotros.
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