Hoy
decido ser más y más consciente del tremendo y superlativo poder de las
palabras porque a veces hablo sin pensar y sin amor.
Es
que hay lenguas con filo de cuchillo afilado, lenguas que
juzgan sin piedad y critican sin vestigios de amor.
No quiero estar en esa lista siniestra y haré hasta lo imposible para
hablar solo con amor y callar con compasión y prudencia.
Recuerdo la historia en la que un sabio monje
aconseja a una persona que no sabe hablar ni callar:
“Tus palabras deben pasar siempre por tres filtros que son estas tres sabias y valiosas preguntas:”
1. ¿Lo que voy a decir es amoroso?
2. ¿Estoy seguro que es verdadero?
3. ¿Esto que quiero decir es necesario?
Mis
palabras van a unir, no a enfrentar; van a animar, no a
desalentar; van a curar, no van a herir.
Mis
palabras van a apagar el fuego de una discusión o una
reyerta porque no me
engancho si me agravian o me insultan.
“Tus palabras deben pasar siempre por tres filtros que son estas tres sabias y valiosas preguntas:”
2. ¿Estoy seguro que es verdadero?
3. ¿Esto que quiero decir es necesario?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios