Hace unos días, en una situación cotidiana presencié un
acto inspirador y extraordinario. Estaba en parada en un semáforo en rojo
cuando tuve el privilegio de ver lo siguiente: De un lado de la calle venía cruzando una mujer
elegantísima con vestido, abrigo, pañoleta, cartera y divinamente peinada.
Del lado contrario de la calle estaba un señor bastante mayor,
chiquito, con un traje que a juzgar por los rotos y el sucio, tenía por lo
menos 40 años de uso. El señor, que a duras penas se podía sostener, se
veía un poco perdido, y lo más triste, completamente solo.
Al cruzar la calle, la señora se encontró cara a cara con
el señor indefenso. Ella lo miró y en dos segundos entendió su predicamento:
estaba muerto del susto de dar el primer paso hacia la calle y ni hablar de
cruzarla completa.
Sin
pensarlo dos veces, ella le preguntó “¿Lo puedo ayudar?”. El señor casi
sin poder contestar, con su cabeza dijo que “si”. La señora inmediatamente se puso su
elegantísima cartera del otro lado del brazo y tomo al señor por la mano y lo
guió, con movimientos lentos pero seguros hasta llegar al otro lado de la
calle.
Me
sentí como quien esta viendo una película merecedora del Oscar, me
conmovió tanto el corazón que casi derramo lágrimas.
Esta
señora jamás se imaginó que con su acto de generosidad, solidaridad, ternura,
afecto y comprensión, no solo estaba ayudando a un extraño a cruzar la calle
sino que enterneció tanto a otra desconocida que hoy comparte la historia con
ustedes.
La escena me hizo acordar de una maravillosa película,
que vale la pena ver, ‘Cadena de favores’.
En esta, un niñito elabora y pone en práctica la teoría de que si todo el mundo
les hace un favor a tres personas, completamente extrañas, con la única condición
de que ellos después les hagan un favor a tres nuevas personas, el mundo sería
un mejor lugar, inclusive sería casi perfecto.
¿Si será posible que uno deje tantas prevenciones, miedos y egoísmos y
sea capaz de simplemente pensar en el prójimo? ¿Será que podemos, así sea por
un ratito, olvidarnos de las necesidades propias y enfocarnos en las de unos
completos extraños?
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