Un conductor ferroviario una mañana comenzó su trabajo como
de costumbre, cuando se encontró con una situación anormal. El primer pasajero
que se montó en el tren tenía el boleto equivocado.
"Lo siento mucho
señor", dijo el conductor, "pero usted está en el tren equivocado. Tendrá que cambiar de tren en la
próxima estación".
Inmediatamente después,
tomó más boletos y se encontró que todos estos pasajeros iban en el tren equivocado.
Le comenzó a parecer
extraño que tanta gente hubiera cometido el mismo error.
No hubo de pasar mucho
tiempo para que la verdad saliera a flote: era el conductor el que iba en el tren equivocado.
Este acontecimiento
ilustra como el error de
una persona puede llevar a otros por el camino equivocado.
Por supuesto, el error del
conductor, aunque no fue intencional, tuvo consecuencias adversas, por lo menos para los
pasajeros.
Algunos siguieron las
instrucciones del conductor y tuvieron que perder el tiempo de tren en tren
hasta enterarse de la verdad. Con todo, la pérdida no fue grave.
Pero hay casos en que el error es menos tolerable. En asuntos de finanzas, una equivocación de
cualquier índole puede dejar en la ruina aun hombre rico. Cuando se trata de
salud, un error es aún más crítico.
Una equivocación por parte de los médicos, puede resultar en
la muerte física de un ser humano. En el área de la religión un
error puede desviar a muchos del camino de la salvación eterna.
Debemos asegurarnos que
vamos en el tren correcto y en la dirección correcta.
Cuando se trata de la salvación del alma, la búsqueda de la
verdad es mucho más importante que las cosas materiales de este mundo. Es un
asunto de vida o muerte (Hebreos 2:1 3).
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