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LO QUE TU HIJO PIENSE DE SÍ MISMO


Lo que tu hijo piense de sí mismo le abrirá más puertas que su boleta de calificaciones.

Ayúdalo a cultivar una autoestima sana.

Reconoce sus esfuerzos. Valida sus emociones.

Las emociones tienen poder. El perdón, la gratitud y el amor transforman la vida. Enséñale a perdonar rápido, a dar las gracias todos los días. Hazle saber que tu amor no tiene condiciones.

Ayúdalo a encontrar su propia voz. Lo que tiene para decir importa. Cuando hable, escúchalo. Cuando no hable, pregúntale. Dile "no" menos veces. Evita criticarlo.

Que sepa que está bien equivocarse. Cuéntale sobre tus propios errores. Que tu hijo ame estar en casa. Que sienta que allí juega con la ventaja de ser local. Que sienta que pertenece, que nadie lo juzga.

Que su cuarto sea especial. Deja de gastar tanto dinero en juguetes, pronto dejarán de importarle. Cuelga fotos donde se vea haciendo algo bien y fotos donde se sienta querido.

Deja de enfocarte en sus limitaciones. Mira todo lo que hace bien. Hazle saber que estás orgulloso. Pídele consejos. Dale la oportunidad de que se convierta en una autoridad en algo. Ayúdalo a descubrir sus pasiones.

No lo sobreprotejas. Eso lo hará sentir débil. Su carácter se forjará aprendiendo a atravesar adversidades. Mantente cerca pero no encima. No hagas por él nada que pueda hacer por si mismo.

No le hagas la tarea, no pidas perdón por él. No tomes sus decisiones. Enséñale a relajarse. A respirar pensando en un recuerdo agradable. Muéstrale que el dinero puede hacerlo feliz cuando lo pone al servicio de otros. Que sienta la satisfacción de ayudar a los demás.

Date permiso para no ser el padre perfecto. Confía en tus instintos y tómate el tiempo para aprender. Te ha sido dada la tarea más importante del mundo: Prepárate de la mejor manera que puedas. Lee libros. Realiza cursos. Aprende de otros.

No encares la crianza solo. Fuimos diseñados para vivir en comunidad. Uno de los mejores regalos que puedes darle a tu hijo es que se críe con muchas personas a su alrededor.

Abre las puertas de tu casa. Invita a tus amigos más seguido. Que tu hijo pase tiempo con personas diferentes. Que pase tiempo con la familia. Date tiempo para ti.

Lo mejor que puedes hacer por tus hijos es trabajar sobre ti mismo: Cuanto más feliz y menos estresado estés, mejor padre serás. Apaga el celular. Te estás distrayendo del regalo más grande que te dio la vida. Recuerda que tu hijo no es tu prolongación.

Deja de compararlo contigo o con otros. Nunca hubo ni habrá un niño igual. Y por sobretodas las cosas: ¡disfrútalo! Aunque te desafíe. Aunque ponga tu paciencia a prueba mil veces por día. Antes de que lo imagines crecerá y seguirá su propio camino. *Muéstrale el amor a Dios.*

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