Seguro
que alguna vez has empezado algo con mucha ilusión y has abandonado al poco
tiempo debido a la falta de motivación. Esta falta de motivación puede surgir
como consecuencia de dos premisas:
1.
El objetivo que te habías marcado inicialmente ha perdido valor para ti.
Imagina una persona que está estudiando para unas oposiciones en el
ayuntamiento y además decide matricularse en una escuela de idiomas para poder
ser más competitivo en el mercado laboral en caso de no obtener plaza con la
oposición. Al poco tiempo de comenzar a estudiar el nuevo idioma,
aprueba el examen y obtiene plaza en el ayuntamiento.
Su
objetivo inicial era puramente ser más competitivo en un mercado laboral inestable.
Sin embargo gracias a que ha obtenido la plaza, su futuro laboral está asegurado de por vida. Como
consecuencia su motivación por acabar el idioma que ha empezado a estudiar
habrá perdido mucha fuerza. Lo
mejor que puede hacer en este caso es buscar un objetivo nuevo.
2. El objetivo que te habías marcado inicialmente sigue teniendo mucho valor para
ti pero resulta más difícil de conseguir de lo que pensabas.
Aquí es donde nos encontramos la gran mayoría de
personas. Empezamos algo
con muchas ganas pero al poco tiempo nos damos cuenta de que conseguir nuestro
objetivo es más difícil de lo que pensábamos. Seguimos teniendo la misma
ilusión que al principio pero no habíamos calculado bien la cantidad de
esfuerzo que tendríamos que realizar, ¿te suena esto?.
Hay multitud de ejemplos. Una persona se apunta al gimnasio decidida a perder esos
kilos que la alejan de la figura que siempre ha soñado y a las pocas semanas se
da cuenta de que ir todos los días al gimnasio no es fácil.
Las excusas para justificar su pereza son muy variadas: “hoy ha sido un día muy duro en
el trabajo, sólo me apetece llegar a casa y tumbarme en el sofá”, “creo que me daría tiempo a ir
al gimnasio…pero tengo la casa hecha una pocilga, voy a aprovechar y la limpio”,
“hace frío y está
lloviendo” … y aquí va mi excusa preferida que normalmente la solemos
emplear los Jueves para justificar nuestras cervezas con los amigos: “El Lunes
empiezo en serio”. Así podemos tomarnos esas cañitas con la conciencia limpia
por lo mucho que nos vamos a machacar a partir del Lunes.
Luego llega el Lunes y la semana se convierte en una
copia de la anterior y nosotros
creamos nuevas excusas o modificamos las anteriores para poder seguir
justificando nuestra pereza hasta la eternidad. Pensamos que con la
llegada de la nueva semana, nuestra motivación se modificará y esto nunca
ocurre.
Con tanta excusa, los días para hacer deporte se reducen
a la mitad. Si además
añadimos el factor alimentación, descubrimos que conseguir esa bonita figura se
convierte en algo casi imposible. El objetivo no ha perdido nada de su
valor inicial sin embargo hemos perdido parte de nuestra motivación al
descubrir lo mucho que cuesta llegar hasta donde queremos.
Olvídate
de las fechas para mantener la motivación
Los días de la semana son una convención social, ¿porqué te basas en ellos para
empezar a hacer algo? Tu cuerpo obtiene el mismo beneficio tanto si
haces deporte un Domingo como un Lunes. Entonces ¿porqué esperar a mañana si
hoy hace un buen día y puedes salir a correr? Quizá mañana esté lloviendo. No
esperes más y cálzate las zapatillas.
Es
increíble la cantidad de buenos propósitos que nos marcamos con el comienzo del
Año Nuevo y todavía no ha pasado un mes y ya los hemos abandonado. Si
algo es bueno para ti no esperes al 1 de Enero para ponerlo en práctica.
Empieza hoy mismo. Si
dejas que tu vida gire al ritmo de convenciones sociales nunca vas a poder
conseguir tus objetivos ya que será muy fácil crear excusas que te separen de
ellos.
Tu
vida debe girar al ritmo que marque tu interior. Cuando tu motivación surge de
tu interior es mucho más difícil crear excusas. Hace poco escuché a una
persona decir que en cuanto acabase la carrera dejaría de fumar ya que los
exámenes le causan muchos nervios y a día de hoy le resulta imposible dejarlo… ¿Qué crees que pasará cuando esa
persona termine la carrera? Sin duda encontrará una nueva excusa para
seguir fumando, como por ejemplo un jefe que le cause mucho estrés. Comienza a escuchar a tu
interior y dejar de mirar el calendario.
Crea
mini-objetivos para mantener la motivación
Cuanto más concreto sea tu objetivo, más difícil va a ser
que pierdas la motivación. Tus
objetivos deben ser concretos y cuantificables. Además debes ser capaz de
lograrlos en un marco temporal concreto. Un objetivo como por ejemplo
“adelgazar” no es ni cuantificable ni tiene un marco temporal concreto. Para
ello puedes transformar ese
objetivo en otro más específico como puede ser “perder dos kilos al mes durante
5 meses”.
Sin darte cuenta pasarán los 5 meses y habrás perdido 10
kilos. En realidad el
objetivo de perder 10 kilos lo has dividido en 5 objetivos pequeños que
te han ayudado a mantener la motivación durante todo el tiempo. Cada mes que
pasa y compruebas que has conseguido ese mini-objetivo, tu motivación se incrementa y coges más
fuerza para el mes siguiente.
Me gusta mostrar ejemplos con el peso corporal y el
deporte ya que son ámbitos fácilmente cuantificables. Debes pensar estos ejemplos como metáforas de
cualquier objetivo que te marques en tu vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios