PAZ PIEDAD Y PERDÓN
Paz,
piedad y perdón es como se conoce al discurso pronunciado por el presidente de
la Segunda República española, Manuel Azaña, el 18 de julio de 1938 en el
Ayuntamiento de Barcelona, a los dos años del comienzo de la guerra civil
española.
El discurso contiene un mensaje de reconciliación y fue
elaborado con la intención
de preparar a la opinión pública para lograr una mediación internacional y no
prolongar la guerra.
Los temas principales del discurso son la reconstrucción
política del país, la unidad de España y el precio de la internacionalización
de la guerra, así como las repercusiones de las guerras en el futuro de los
pueblos.
Apartes del discurso:
1.- La
guerra no es una guerra contra el Gobierno, es una guerra contra la nación
española entera:
"La guerra civil
está agotada en sus móviles porque ha dado exactamente todo lo contrario de lo
que se proponían sacar de ella, y ya a nadie le puede caber duda de que la
guerra actual no es una guerra contra el Gobierno, ni una guerra contra los
gobiernos republicanos, ni siquiera una guerra contra un sistema político: es una guerra contra la nación
española entera, incluso contra los propios fascistas, en cuanto españoles,
porque será la nación entera quien la sufra en su cuerpo y en su alma".
2.-
Todos los españoles tenemos el mismo destino
"Destaco entre
ellas que todos los españoles tenemos el mismo destino. Un destino común, en la próspera y en la adversa
fortuna. Cualesquiera que sea la profesión religiosa, el credo político, el
trabajo y el acento. Y que nadie pueda echarse a un lado y retirar la
puesta. No es que sea ilícito hacerlo: es que además, no se puede".
3.- Reflexiona
sobre la futura reconstrucción:
"La reconstrucción de
España será una tarea aplastante, gigantesca, que no se podrá fiar al
genio personal de nadie, ni siquiera de un corto número de personas o de
técnicos; tendrá que ser obra de la colmena española en su conjunto, cuando
reine la paz, una paz que no
podrá ser más que una paz española y una paz nacional, una paz de hombres
libres, una paz para hombres libres".
4.- El texto
hace un llamamiento a la reconciliación y construcción de una sociedad
tolerante cuando llegue la derrota de unos y la victoria de otros:
"Pero es obligación
moral, sobre todo de los que padecen la guerra, cuando se acabe como nosotros
queremos que se acabe, sacar
de la lección y de la musa del escarmiento el mayor bien posible, y
cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras generaciones,
que les hierva la sangre iracunda y otra vez el genio español vuelva a
enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y que
escuchen su lección: la de esos hombres que han caído magníficamente por una
ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio,
ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y
remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos
sus hijos: Paz, piedad, perdón".
5.- Ni siquiera
los actores de la misma guerra saben cuáles serán los cambios que producirá:
“Nunca ha sabido nadie
ni ha podido predecir nadie lo que se funda con una guerra; ¡nunca! Las
guerras, y sobre todo las guerras civiles, se promueven o se desencadenan con
estos propósitos, hasta donde llega la agudeza, el ingenio o el talento de las
personas; pero jamás en
ninguna guerra se ha podido descubrir desde el primer día cuáles van a ser sus
profundas repercusiones en el orden social y en el orden político y en la vida
moral…"
La
guerra de nuestros padres y nuestros abuelos no es la nuestra:
"…Esa es también la única posibilidad de admitir al fin
que aquella fue la guerra
de nuestros padres y de nuestros abuelos, pero no la nuestra, aunque la hayamos
padecido, y de qué modo, y que acaso deberíamos huir de las
generalizaciones para hallar cobijo en las tres famosas palabras de Azaña, paz,
piedad, perdón".
El
discurso ha sido usado en diferentes momentos de la historia de España como
referente de la reconciliación, especialmente en el período de la
transición y durante el proceso de tramitación y aplicación de la ley de la
memoria histórica y el intento de final negociado del terrorismo de ETA durante
el primer gobierno socialista de Rodríguez Zapatero.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios