El alma es
eterna por naturaleza.
Nuestro
cuerpo actual es tan sólo uno, de una serie de cuerpos que hemos habitado.
Cada
experiencia queda registrada y no puede ser borrada.
Estamos en un viaje hacia el conocimiento y cada vida pasada es
una estación en nuestro aprendizaje.
Los
individuos consciente o inconscientemente programan sus vidas. La
conducta en cada una de ellas determina en cierta manera la experiencia de la
siguiente.
Forjamos nuestro propio
destino y elaboramos nuestro propio desarrollo.
Cada persona
elige una lección para ser aprendida en cada vida. Determina padres,
relaciones y circunstancias que lo ayudarán a concretar esa meta que lo llevará a alcanzar un mayor
crecimiento espiritual.
En lo profundo de nuestra mente existe un nivel de sabiduría superior, capaz de
liberar y expandir nuestro
estado de conciencia de todos los días.
Cuando la mente se pone en contacto con ese conocimiento,
memorias guardadas por cientos de años son liberadas, pudiendo ser evocadas con
mayor facilidad.
El rol del
terapeuta en Regresiones a Vidas Pasadas es llevar al paciente a contactarse
con ese nivel de sabiduría superior. Lo conduce a evocar memorias
pasadas y patrones olvidados, confrontándolos con sus experiencias
actuales.
Cuando el
individuo reconoce la importancia de su papel como factor determinante de su
experiencia o su destino y logra asumir su responsabilidad en ese rol, entonces
la imagen de sí mismo se ve primero conmocionada y luego realzada. Todas
sus relaciones mejoran, los trastornos psicosomáticos se atenúan, y existe un
bienestar individual y una apertura distinta hacia la vida misma.
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