Azúcares,
grasas y harinas pueden actuar sobre el cerebro y volverse irresistibles para
algunos.
El
listado lo encabezan la pizza, el chocolate, las papas de paquete, las
galletas, los helados, las papas a la francesa, la hamburguesa con queso, la
gaseosa, las tortas y el queso.
Hay comidas que agarran. Alimentos capaces de doblegar la voluntad del más
disciplinado fuerte, porque
producen placer e invitan a que se consuman sin parar, mientras generan
sentimientos de culpa en quienes lo hacen.
Esto, que podría calificarse como glotonería pura, está lejos de serlo y
tiene explicaciones que lindan más con las funciones del cerebro que con las
papilas gustativas y el sistema digestivo.
Resulta
que en el encumbrado cerebro, las drogas y la comida comparten vías a la hora
de producir placer. Varios estudios han demostrado, por ejemplo, que el
consumo repetido de azúcar puede sensibilizar los receptores de dopamina, una sustancia que se
eleva cuando el cerebro experimenta placer.
También se ha evidenciado que frente a una comida apetitosa el cerebro produce
dopamina en las mismas zonas y de igual forma que lo hace con las drogas.
El asunto es que estos efectos son mayores si las comidas
son ricas en azúcares y en grasas. De ahí que hoy algunos estudiosos hablen,
cuando alguien se engancha con un producto, de compulsión y otros cualifiquen la cosa como una
adicción a la comida.
Pero mientras ellos se ponen de acuerdo, unos
investigadores de la Universidad de Michigan le aplicaron a un grupo de jóvenes
la Escala de Yale de Adicción a la Comida y hallaron resultados contundentes, entre los que se
destaca que los alimentos procesados son los que más rápido atrapan incautos y
los más difíciles de dejar. También hicieron un escalafón de las 25
comidas más adictivas.
El listado lo encabezan la pizza, el chocolate, las papas de paquete, las
galletas, los helados, las papas a la francesa, la hamburguesa con queso, la
gaseosa, las tortas y el queso.
1.
Pizza: la mezcla de harinas, grasa, queso, al parecer, induce una
reacción cerebral en los centros de recompensa que se incrementa con el
estímulo visual y la sensación de ser una comida ligada al descanso y al
ambiente festivo. Esa sinergia es definitiva.
2.
Chocolate: el dulce y la grasa del cacao producen, de acuerdo con un
estudio de la Universidad de Michigan publicado en ‘Current Biology’, una
elevación de encefalinas que inducen a su vez la producción de serotonina y
dopamina que actúan en los centros cerebrales del placer. Por eso el chocolate
es una tentación tan fuerte.
3.
Papas fritas de paquete: la combinación de grasas, almidón y su
naturaleza altamente procesada hacen de las papas una fuente de calorías
inmediatas que el cuerpo recibe con agrado, que al ser repetido se convierte en
un estímulo cerebral placentero.
4.
Galletas: de estas, las
que contienen chocolate son las más adictivas. La fusión de cacao,
azúcar y carbohidratos es un potente generador de placer. Algunos autores
describen a las galletas redondas de chocolate tan adictivas como el alcohol y
la nicotina.
5.
Helados: se ha demostrado a través de neuroimágenes que el consumo de
helados aumenta la actividad del núcleo accumbens y de la hipófisis, lo que
sugiere una potenciación en la liberación de dopamina y de oxitocina, dos
neurotransmisores que están relacionados con el placer.
6.
Papas a la francesa: grasas, almidones de fácil ingesta y elevadas
calorías se unen en ellas, lo que representa un alimento grato y fácil de
consumir.
7.
Hamburguesa con queso: investigaciones de las universidades Wisconsin y
Rockefeller de Nueva York, demostraron que las hamburguesas producen cambios
bioquímicos cerebrales, al parecer, por efecto de las grasas y las harinas,
pero además por el glutamato monosódico, un aditivo para mejorar el sabor de
algunos alimentos, que engaña al cerebro haciéndole creer que siempre tiene
hambre y que lo mejor es comer de nuevo
8.
Gaseosas con azúcar: un estudio de la Universidad de Washington demostró
que los niños recién nacidos tienen marcada preferencia por los sabores dulces,
al parecer por un vestigio evolutivo que definía la sobrevivencia solo de
individuos con mayores reservas calóricas. De ahí que el azúcar que proporciona
energía libre es bien recibida por las neuronas que se alimentan de ella y
promueven su consumo como una necesidad.
9.
Tortas: de nuevo, carbohidratos y azúcar. Son elementos que actúan a
nivel de los centros del placer y la recompensa.
10.
Queso: las grasas y los sabores, permiten que el cerebro interprete su
consumo como una recompensa. Algunas personas no pueden parar de comerlo.
Algunas leches (no en Colombia) tienen casomorfinas y se estudia si estas
responden por algunas adicciones.
Si
la comida lo controla, esto le puede ayudar
A pesar de que comer es considerado un placer, cuando
algunos alimentos atrapan a una persona es importante diferenciar si se trata de un cuadro de
ansiedad por la comida o de una adicción.
En los dos casos la búsqueda de ayuda especializada es
necesaria, pero tenga en cuenta:
Reconozca.
Si frente a un alimento o una golosina usted no se puede resistir y al empezar a
consumirlo no puede parar, tiene que aceptar que está en problemas. No saque
disculpas, esos no son antojos, ni tampoco se trata solo de que sea goloso.
Busque
ayuda. Si ya reconoció que tiene predilección excesiva por un alimento,
es importante tener en cuenta que solo no podrá enfrentar la situación, métase
en la cabeza que requiere ayuda psicológica.
Ejercicio.
Está comprobado que las dependencias a la comida se originan por estrés,
carencias afectivas, inseguridad y problemas en general, el ejercicio es una
buena herramienta para actuar sobre el origen del este. Trote, corra, camine de
manera regular, esto calma la ansiedad, aumentar la autoestima y fortalecer la
voluntad. De igual forma se sabe que el ejercicio inhibe de manera
significativa el apetito. Cuatro o cinco veces a la semana, mínimo 40 minutos,
es un buen comienzo.
Horarios.
Trate de tener un horario
fijo con las comidas y de hacerlo en cinco sesiones adaptadas a su
ritmo. Desayune antes de las 9 de la mañana y procure no cambiar la rutina, ni
siquiera el fin de semana.
Cuidado
al picar. No se trata de restringir las comidas en medio de las
principales, pero los entremeses deben ser alimentos con bajo contenido de
azúcar, preferiblemente ricos en fibra y de fácil digestión: pan integral,
frutas con cáscara, o barras de cereales.
Duerma.
Diversos estudios han demostrado que el mal sueño estimula en el cerebro la
necesidad de comer, ojalá azúcar o grasa. De ahí que es muy importante dormir
entre siete y ocho horas diarias regularmente.
Seleccione.
Prefiera alimentos ricos en fibra que lo harán sentir un poco más lleno, no
olvide que las proteínas son poco adictivas. Frente al deseo de comer
seleccione lo más sano para usted.
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