Es cierto que el amor propio es un aspecto fundamental para
ser capaz de amar a los demás de manera sana y auténtica. Cuando nos aceptamos
tal y como somos, valoramos nuestras propias cualidades y fortalezas, y nos
amamos incondicionalmente, podemos transmitir ese amor a los demás de una
manera más efectiva.
Aceptarse a uno mismo significa entender y aceptar todas
nuestras debilidades y fortalezas, sin juzgarnos ni ser demasiado críticos con
nosotros mismos. Valorarse significa reconocer y apreciar las cualidades que
nos hacen únicos y especiales, y amarse a uno mismo implica tener una actitud
de amor y compasión hacia nosotros mismos, incluso en los momentos difíciles.
Cuando tenemos amor propio, nos sentimos seguros y
confiados en nuestras propias habilidades, y esto nos permite establecer
relaciones saludables con los demás. Podemos ser más compasivos, comprensivos y
dispuestos a ayudar a los demás, sin esperar nada a cambio.
Por otro lado, cuando nos falta amor propio, nos sentimos
inseguros y desvalidos, lo que puede llevarnos a ser críticos, resentidos y a
tener relaciones tóxicas con los demás.
REFLEXION
"Si te miras en el espejo del alma vez que peleas con otros o lo rechazas porque estás en pelea contigo mismo.
Toma conciencia de que solo
puedes amar a los demás si te aceptas, te valoras y te amas.
La luz brilla si amas tu alma, tu cuerpo y todo tu ser, aprecias tu dignidad y dejas de culparte y maltratarte.
Solo así el amor emana de ti,
envuelve con su magia y se irradia a los otros y al universo.
Con la poderosa medicina del amor puedes curar viejas heridas, estar en paz, ser feliz y dar felicidad.
Ánimo, elige trabajar en ti mismo en
cuatro espacios: el amor, la aceptación, el perdón y el desapego.
Hazlo en sintonía con Dios lejos, de cualquier autoengaño, viéndote como realmente eres.
Tienes derecho a ser feliz,
eres muy valioso en el planeta y con amor real tu vida no es un limbo, es un
edén.
Las emociones negativas pueden permanecer en tu interior como parásitos que te roban la paz y la felicidad.
Reconócelas, acéptalas y
sacarlas con amor; no pelees con ellas, pero tampoco dejes que se aferren.
Una emoción depende de cómo ves
la realidad, no de los hechos o es la mente la que sufre por no aceptar la
realidad y resistirse, cuando el secreto está en amar y fluir.
Si lo piensas bien todo el dolor
nace de estar en el ayer, en el futuro y en lo irreal, no en el aquí y el
ahora.
La emoción nace en la mente, se refleja en el cuerpo y eso permite identificarla y manejarla.
Siente su campo de energía
interna y pregúntate con frecuencia: ¿Qué pasa dentro de mí en este momento?
Siendo un buen observador de tus emociones podrás controlar tu mente, pacificarte y dejas de sufrir".
En resumen, aceptarse, valorarse y amarse a uno mismo es
clave para ser capaz de amar de manera auténtica y efectiva a los demás. El
amor propio nos permite establecer relaciones saludables y positivas con los
demás, y vivir una vida plena y feliz.
"Si te miras en el espejo del alma vez que peleas con otros o lo rechazas porque estás en pelea contigo mismo.
La luz brilla si amas tu alma, tu cuerpo y todo tu ser, aprecias tu dignidad y dejas de culparte y maltratarte.
Con la poderosa medicina del amor puedes curar viejas heridas, estar en paz, ser feliz y dar felicidad.
Hazlo en sintonía con Dios lejos, de cualquier autoengaño, viéndote como realmente eres.
Las emociones negativas pueden permanecer en tu interior como parásitos que te roban la paz y la felicidad.
La emoción nace en la mente, se refleja en el cuerpo y eso permite identificarla y manejarla.
Siendo un buen observador de tus emociones podrás controlar tu mente, pacificarte y dejas de sufrir".
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