Una relación está muerta o grave en
cuidados intensivos si no hay signos de complicidad.
Es difícil definir qué es lo que
compone una pareja,
pero es claro que ellas tienen una complicidad especial.
Si
esta ya no se percibe, desde luego, todo apunta mal. En una consulta se ve al captar cómo se ubican.
Cómo se sientan en los sillones, la
cercanía, si se aproximan,
se tocan, se apoyan, animan a hablar o expresarse a su pareja.
Si enmudecen, respetan los turnos de
palabras, o los
acaparan, o todo lo contrario.
Cuando se muestran ajenas y
distanciadas quiere
decir que hace tiempo que
tomaron caminos separados.
Unas veces la falla está en que nunca
hubo amor real,
solo atracción, necesidad, deseo y algo más.
Otras veces la pareja descuidó la
planta del amor y se secó.
En ese caso seguir es querer sufrir y hacerse daño.
Se ha perdido la confianza mutua. Este es uno de los principales
síntomas de las parejas que están mal.
Entonces
se puede percibir que el
amor se extinguió y la relación está totalmente rota, sin vuelta atrás.
No siempre es así pero es un factor
determinante. La
confianza en el otro nos aporta una seguridad para crecer, ser y formar equipo.
Si se rompe es bien complicado
restablecerla. Lo
primero que viene a la
mente es una posible infidelidad.
Lo
cierto es que hay otros
muchos motivos para perder la confianza mutua como el total irrespeto y otros
abusos.
Hay parejas que sí son capaces de
restablecer la confianza después de un engaño, todo depende en realidad de cada
persona. Sin confianza toda relación es una casa sobre arena. La confianza solo se da cuando hay honestidad y
transparencia.
Está
alerta con esto y examina
tu actuar para no matar el amor o dejar que languidezca y traiga dolor.
Está alerta y reconoce sin ego si tu relación ha entrado en una sufriente dinámica tóxica y enfermiza.
Suele
hablarse de personas tóxicas, pero muchas veces el problema no es la persona en sí, sino una dinámica
tóxica.
En
ella las dos personas parecen perderse y ya no saben cómo salir, para dejar de hacerse daño el uno
al otro.
A
veces es por agresividad, otra
es falta de respeto, pero también pueden ser codependencias o roles que acaban por destruir
la pareja.
Muchas personas creen y normalizan esta
forma de tratarse,
de hecho, van a terapias convencidos de que eso no importa.
No
se dan cuenta del daño que
se están haciendo. No hay límites y pierden una y otra vez la oportunidad de reconstruir su
relación.
Es normal que uno sea masoquista y el
otro sádico porque
los extremos se atraen para hacerse daño.
Solo con humildad se reconocen los
vacíos y se decide cerrar un ciclo de dolor para poder aprender a amarse y amar.
Está alerta y reconoce sin ego si tu relación ha entrado en una sufriente dinámica tóxica y enfermiza.
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