El
bruxismo es el hábito involuntario de apretar en exceso o rechinar los dientes.
Se calcula que afecta indistintamente a mujeres y hombres, adultos y niños, y a
menudo provoca dolor de cabeza y malestar de cuello, oído y músculos de la
mandíbula.
Por la forma, distinguimos varios tipos de bruxismo. En primer lugar, el céntrico o
por apretamiento, que provoca daños en el cuello de los dientes, principalmente
en los premolares. Este tipo de bruximo suele ir acompañado de cefaleas
de tipo tensional.
Cuando predomina el frotamiento dental y no el
apretamiento, tenemos el bruxismo excéntrico que daña el borde incisal y
oclusal de los dientes. Este
movimiento de frotamiento dental afecta sobre todo a los incisivos. El apretamiento
y el frotamiento pueden darse de manera simultánea en la misma persona.
Si analizamos el momento en que se presenta, observamos
un bruxismo del sueño o nocturno. Habitualmente la persona no es consciente del problema; es el dentista
el que percibe el problema al comprobar la acentuada destrucción del esmalte y
la dentina. También existe el bruxismo de vigila o diurno. Este también
se produce generalmente de manera inconsciente y está vinculado a momentos de
estrés notable.
En
una primera fase (grado I), el bruxismo puede presentarse de manera ocasional y
poco agresiva. Sin
embargo, cuando se convierte en un hábito ya establecido (grado II) es porque
la ansiedad ya ha hecho acto de presencia. Aquí ya encontramos lesiones
evidentes en las estructuras dentofaciales. Cuando el hábito no ha sido
corregido en las fases previas, podemos encontrar casos de grado III, con un bruxismo convertido ya en
algo irresistible aunque la persona afectada sea consciente de ello. En
esta fase las lesiones en las estructuras dentofaciales son considerables.
En
la etapa inicial, el contacto dentario sin fuerza ni contracción puede
constituir una especie de juego o entretenimiento; pero en una situación
de estrés, la presión se incrementa
sin que la persona sea consciente de ello y la musculatura implicada ya
no se relaja. Queda claro, por tanto, que el bruxismo en sus inicios es un hábito inconsciente
hasta que algún familiar avisa o el dentista observa un desgaste dental
excesivo y anormal.
Más allá de las manifestaciones físicas que implica el
bruxismo, lo que nos interesa desde la BioNeuroEmoción es su sentido biológico,
el “para qué” del bruxismo, porque expresa una agresividad no explícita, no
manifestada, muchas veces inconsciente. Agresividad potencial, en estado
latente. El bruxismo puede manifestar un sentimiento de incapacidad para
defenderse, para expresar las propias ideas. Suele manifestarse en personas a las que les cuesta tomar
decisiones o asimilar situaciones e ideas nuevas. En general, los
problemas dentales, como el bruxismo, son la expresión biológica de conflictos
relacionados con la toma de decisiones. Hay un retraso, un aplazamiento en la
adopción de medidas por temor a las consecuencias que las novedades puedan
comportar. En otras palabras: temor a perder la seguridad que se disfruta en el presente.
Bruxismo
y Síndrome del Fantasma o Yaciente
La experiencia clínica indica que en el bruxismo hay un
fuerte componente transgeneracional, concretamente relacionado con el Síndrome
del Fantasma o Yaciente.
La transmisión transgeneracional muestra cómo los traumas, secretos y “no dichos”
del clan familiar van pasando de generación en generación como lealtades
invisibles inconscientes a través de la repetición, la identificación y la
delegación entre miembros del árbol genealógico, básicamente.
El Síndrome del Fantasma o Yaciente surge a raíz de un
suceso familiar traumático como la muerte inesperada o sin justificación de un
integrante de la familia (suicidios, muerte de niños, asesinatos…). La naturaleza del trauma hace
que el clan familiar niegue y silencie el acontecimiento, convirtiéndose con el
tiempo en un secreto, algo de lo que no se habla ni fuera ni dentro de la
familia.
Con ese duelo aún pendiente, el clan familiar, para
sobrevivir y continuar adelante, transmite el trauma no digerido como programa
inconsciente a un niño que nacerá en el seno del clan después de ocurrido el
hecho traumático. Ese niño, en términos transgeneracionales, llevará el
Fantasma del ancestro muerto de forma traumática y recibirá el mandato del clan
de sanar el trauma, de liberar al clan.
Para
identificar al Yaciente debemos fijarnos en las fechas ya que la muerte del
antepasado deberá ser la misma o estar próxima a la fecha de concepción del
Yaciente; pero la fecha de muerte siempre será anterior a la concepción
del Yaciente.
Generalmente, el Yaciente suele encontrarse en la 3º y 4º
generación, es decir: será seguramente un bisnieto o nieto del ancestro
desaparecido de forma traumática.
Así pues, el descendiente (Yaciente) recibe toda la herencia emocional del
antepasado, vinculada obviamente al trauma silenciado y al duelo no realizado,
para que se ocupe de reparar (sanar) ese “no dicho” familiar. El clan trata, de
ese modo, de hallar
redención en el descendiente (Yaciente). Por su parte, el receptor
involuntario del mandato transgeneracional vive ese mandato como una carga
inconsciente que le atenaza, moldea y condiciona. Siente interiormente el deseo de expresar algo, sin saber
exactamente qué.
Las características más importantes para identificar a un
Yaciente, o persona que encarna un Síndrome del Fantasma, son la tristeza y, sobre todo,
la negación del placer. Son tendencias y como tales se deben entender;
pero, efectivamente, la tristeza y la negación del derecho al placer se
manifiestan en la mayoría de los casos. Y muy frecuentemente, esa negación del placer en el
Yaciente va asociada a enfermedades como poliartritis, parkinson, obesidad,
bronquitis, asma, esclerosis en placas y bruxismo.
En definitiva, ya sea de origen transgeneracional por Síndrome del Fantasma o Yaciente
–la mayoría de los casos- o no, el bruxismo siempre pone de manifiesto ira
reprimida a duras penas, agresividad latente, así como negación del placer
(real o simbólico). Nuestro inconsciente es muy inteligente y, para
permitirnos seguir con nuestra vida cotidiana, normalmente posterga la
manifestación de esa ira y esa agresividad a la noche para que entonces podamos
liberar en parte las tensiones acumuladas durante la vigilia. Pero esa “solución”
que aporta el bruxismo es sólo temporal y acaba provocando otros males
asociados como cefaleas, dolor cervical y desgaste dental.
En terapia de BioNeuroEmoción procedemos a hacer la
descodificación biológica del bruxismo para detectar la historia oculta que
está en su origen. De ese modo, la persona afectada hace consciente lo
inconsciente; toma conciencia del “para qué” del síntoma. A partir de ese
momento, puede y debe pasar a la acción realizando los cambios necesarios en su
vida hasta alcanzar la
coherencia emocional, estado indispensable para obtener y afianzar la sanación.
Si, como es frecuente, el origen es transgeneracional, la persona deberá realizar también el duelo
aplazado seguramente desde hace varias generaciones.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios