Acepta
que no eres responsable de los demás porque cada ser es autónomo y con libre
albedrío
Acepta que casi siempre cuando quieres ayudar rebajas al otro
y le impides ser el dueño
de su destino.
Elige
liberar a los que dices amar y libérate tú de manejar su vida y de lesionarlos al protegerlos.
Huye como del fuego de todo lo que sea pesar y lástima, tampoco
manipules a otros con la culpa o el miedo.
Deja
que los demás tengan sus propias experiencias
para crecer y eso siempre implica pasar por el dolor.
Vive
alerta y sé consciente del daño que haces interfiriendo en las vidas de los
crees amar cuando en realidad los controlas.
La
culpa te quita paz y la armonía y limita el potencial de los otros para
expresarse en plenitud y vivir su vida, no la tuya.
No te
sientas indispensable, ámate, ama y deja que cada ser sea responsable de su
vida y valores sus tesoros internos.
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