El
líder sabe que hay que aprender y desaprender, hace un buen manejo del error y
ve el fracaso como oportunidad.
A medida que aumenta su
poder, acrecienta también su humildad, reconoce sus límites y no culpa a
otros.
Puede afirmarse que la
rentabilidad de una empresa depende en buena parte de la humildad y la
flexibilidad de sus dirigentes.
Esto lo tenía muy claro el fundador de la IBM y, por eso, animaba a sus colaboradores a
tener fracasos creativos.
Ellos se sorprendían cuando Thomas Watson los regañaba por no presentar ningún error en el mes,
porque eso reflejaba su carencia de atrevimiento y su poca inventiva.
Betrand Russell decía con buen humor que las dos palabras más difíciles de pronunciar son:
"me equivoqué".
Si usted nunca las dice tenga presente que "el que hace algo puede equivocarse pero que aquel que no
hace nada vive equivocado".
El compromiso para un líder y para otros consiste entonces en tres actitudes:
1.
No culpar a los demás.
2. Aceptar los errores.
3. Aprender de ellos.
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