Cuando
envejecemos con naturalidad, renacemos. Sí, es una forma de renacer. Regresar a lo básico. Recordar
quiénes somos en realidad.
Recientemente cumplí 60 diciembres. Una pila de años. Pero me dio alegría. Los celebré
con aceptación y tranquilidad.
No podría decir cuántos aparento, pero desde que cumplí 50 me acostumbré a mirarme
al espejo y aceptar las canas, arrugas, la papada y la pata de gallo, todo lo
que de forma inexorable va cambiando en mi cuerpo. Y no como un
ejercicio virtuoso de resignada humildad, que no lo es, sino como una forma práctica, sensata y digna de
vivir.
Soy
calvo y me gusta. Tengo
la barba blanca y me gusta. Mis piernas y brazos son mas flacos y me gusta. Y no sigo para
no entrar en detalles bizarros, pero, en general y hasta ahora, acepto lo que me han traído los
años. O mejor, lo
que se han llevado.
Al
no hacer resistencia a la ley de gravedad, uno fluye con la vida. Y
afirmo esta idea que para mi no es un cliché sino una certeza: todas las edades, en hombres y
mujeres, tienen su belleza. Hay que descubrirla y disfrutarla.
Hay
algo que no ha cambiado. El brillo de mis ojos. Me miró y soy el mismo. La misma emoción. La misma
satisfacción y agradecimiento de sentirme vivo. Esa mirada no envejece.
También he sentido que mi sonrisa es mas expresiva, mas real.
Uno
de los placeres de envejecer es que ya no hay que hacer muchas cosas.
Hay menos que aparentar. Menos
que mostrar. El
“tengo que” puede sustituirse por el “quiero hacer”. O mejor, por el “no quiero gracias,
paso”. Lo esencial adquiere mas peso y lo superfluo se identifica mas
claramente.
La
felicidad de envejecer es un placer sutil. Una vivencia personal y profunda. Una aceptación silenciosa
de lo que es. Fluir
naturalmente con lo que somos. Sentir que cambiamos pero convertirlo en una experiencia
positiva. Saber que
cada vez necesitamos menos. Que menos es más.
Siempre me ha parecido incomprensible el deseo de tantos
por aparentar menor edad. ¿Cuál
es la vergüenza de envejecer? ¿Qué tiene de malo?
¿Si
el envejecimiento es inevitable, por qué preocuparse? Muy distinto es
tener una vida saludable y hacer
ejercicio, comer sano, dormir bien, hacerse chequeos médicos, caminar, etc. Perfecto. Eso se llama mejorar la calidad
de vida. Bienvenido. Yo lo hago a consciencia. Diariamente. Pero tratar de convertir en
reversible lo irreversible, es locura. O en el mejor de los casos, una pérdida de tiempo.
Es
perderse la felicidad de envejecer. De soltar poco a poco. De volverse más liviano, más
volátil. La felicidad de
envejecer está en ser y no en aparentar. Dejar de correr agitado para caminar reposadamente.
Mirar
las cosas con menos angustia, con más distancia. Dormir siesta, saborear las comidas. Callarse en una discusión
para evitar el drama.
Con
los años, mi vida espiritual se volvió más rica. No en el sentido religioso, sino en tener una vida interior
más activa, más dialogo conmigo mismo. Cuando envejecemos con
naturalidad, renacemos. Sí, es una forma de renacer. Regresar a lo básico. Recordar quiénes somos en
realidad. Aceptar. Y
vivir plenamente con los ojos y el corazón abiertos. Envejecer así es un privilegio.
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