La
pandemia de gripe de 1918, también conocida como la gripe española de 1918, fue
una pandemia de inusitada gravedad. A diferencia de otras epidemias de gripe
que afectan básicamente a niños y ancianos, muchas de sus víctimas fueron
jóvenes y adultos saludables, y animales, entre ellos perros y gatos.
Es
considerada la pandemia más devastadora de la historia humana, ya que en solo
un año mató entre 20 y 40 millones de personas.
Esta cifra de muertos, que incluía una alta mortalidad
infantil, se considera uno de los ejemplos de crisis de mortalidad.
En
Estados Unidos la enfermedad se observó por primera vez en Fort Riley (Kansas)
el 4 de marzo de 1918, aunque ya en el otoño de 1917 se había producido una primera oleada
heraldo en al menos catorce campamentos militares.
Un investigador asegura que la enfermedad apareció en el Condado de Haskell, en
abril de 1918. Y, en algún momento del verano de ese mismo año, este virus sufrió una mutación o
grupo de mutaciones que lo transformó en un agente infeccioso letal; el
primer caso confirmado de la
mutación se dio el 22 de agosto de 1918 en Brest, el puerto francés por el que entraba la mitad de
las tropas estadounidenses aliadas en la Primera Guerra Mundial.
Recibió
el nombre de gripe española porque la pandemia ocupó una mayor atención de la
prensa en España que en el resto de Europa, ya que no estaba involucrada en la
guerra y por tanto no se censuró la información sobre la enfermedad.
Con el fin de estudiar la pandemia de gripe, los científicos han empleado
muestras de tejido de víctimas congeladas para reproducir el virus.
Dada la extrema virulencia del brote y la posibilidad de escape accidental (o
liberación intencionada) de la cuarentena, hay cierta controversia respecto a las bondades de estas
investigaciones.
Una de las conclusiones de la investigación fue que el virus mata a causa de una
tormenta de citocinas, lo que explica su naturaleza extremadamente grave
y el perfil poco común de edad de las víctimas.
Los síntomas detectados en el Campamento Greene:
- Cara con color grisáceo.
- Pupilas moderadamente dilatadas.
- Fiebre
superando los 39 grados.
- Pulso rápido, superando las 140 pulsaciones por minuto
incluso pudiendo llegar a las 160.
- Respiración superficial y rápida.
-
Agotamiento extremo.
Entre
cuatro y seis horas tras los primeros síntomas los pulmones del paciente ya
comenzaban a segregar exceso de líquido.
Entre
las 12 y 18 horas después de aparecer los síntomas anteriores se producía un
empeoramiento con más líquido pulmonar, más disnea, aumento en la dilatación
pupilar, postración, sudoración profusa, aumento de la fiebre.
De
no remitir los síntomas la muerte sobrevenía entre las 24 y 48 horas
después de producirse el empeoramiento.
Pero
estos primeros síntomas fueron empeorando según avanzaba la enfermedad.
En febrero al cuadro anterior era necesario añadir en varios casos el dolor abdominal, hasta
el punto de confundirse con una apendicitis, las pulsaciones aumentaban aún más en los casos de la
segunda oleada, su color era todavía más pálido y el aspecto se
asemejaba al de los enfermos por fiebres tifoideas.
Expansión de la epidemia
En
diciembre de 1917 ya eran 14 de los 16 campamentos militares existentes
afectados por la gripe, incluso en Camp Pick ya se habían constatado 12
muertos en octubre de 1917, en Camp Beauregart 50 muertos en noviembre y en Camp Bowie 172 muertos también en noviembre
de 1917. Es la llamada Oleada heraldo.
El presidente estadounidense Woodrow Wilson consultó con
el general Peyton C. March, jefe del estado mayor estadounidense desde mayo de
1918, si deberían
suspender los envíos de tropas a Europa para no propagar la epidemia, pero
March le indicó que una noticia así podía perjudicar mucho la marcha en el
frente al saber la Triple Alianza (1882) los problemas entre las filas
de su enemigo. Por esta razón Wilson no detuvo los envíos de tropas, pese a llegarle informes
de que sus ciudadanos estaban enfermando e incluso muriendo en los barcos al declararse la gripe a
bordo. En agosto de
1918 ya eran cerca de un millón y medio de soldados estadounidenses desplazadas
a Europa, muchos enfermos de gripe.
Tras registrarse los primeros casos en Europa, al parecer en Francia, la gripe
pasó al Reino Unido, después a Italia, más adelante cruzó a Alemania y por
último a España, un país neutral en la guerra que no censuró la
publicación de los informes sobre la enfermedad y sus consecuencias, de ahí
que, pese a ser un problema internacional, se le diera este nombre por parecer
en las informaciones de la época que era el único país afectado. Los hospitales estaban
colapsados, los hospitales militares también tenían todas las plazas ocupadas.
En el frente la ofensiva de 1918 se suspendió por el ejército alemán porque
tenía a un millón de soldados enfermos en el mes de mayo. En la oleada de mayo de 1918 se
cree que más de la mitad de los madrileños habían contraído la enfermedad.
Resultó un duro golpe para la población europea, pero también para la moral
porque, con los adelantos conseguidos en la higiene y la sanidad, las
autoridades consideraban orgullosamente haber desarrollado servicios sanitarios
capaces de dejar en el olvido a pasadas epidemias de cólera y otras.
Pese
a todo lo peor estaba por llegar. Aunque ciudades como Madrid habían pasado lo
peor, la segunda oleada de 1918 afectó tanto a las ciudades como a pequeños
municipios del mundo rural. El 75% de las muertes se cree que acontecieron en la
segunda oleada de 1918, porque aunque ésta epidemia comenzó siendo
una gripe relativamente benigna, su mortalidad fue aumentando progresivamente.
En
1919 la enfermedad ya fue mucho menos virulenta por estar la mayoría de los
organismos adaptados al virus.
Finalmente
en 1920 aún se detectó un último repunte, pero no hubo más. Sin embargo los efectos negativos sobre la
población siguieron produciéndose en forma de mortalidad infantil al perder los niños a uno de los
dos progenitores y en algunos casos a los dos. Con todo la gran epidemia
de la gripe desapareció de
una forma muy parecida a como había empezado, entre otras razones por estar la mayoría de los
supervivientes inmunizados, inmunidad que se cree ha seguido en los
genes de la especie humana hasta nuestros días. Así el virus de 2009 que
pertenece a la misma familia del H1N1 resultó mucho menos letal.
La pandemia en cifras
Los
mapas muestran las tres oleadas pandémicas de primavera (mayo-julio 1918),
otoño (agosto-diciembre 1918) e invierno (enero 1919-abril 1919) así
como el total acumulado para toda la pandemia de gripe de 1918–1919.
Se
desconoce la tasa de mortalidad de la pandemia de 1918-1920, pero
autores como Juan Carlos Losada (2012) estiman que murieron del 10 % al 20 % de los infectados.
Entre un 3 % y 6 % de la población mundial murió, pero varía muchos con las
poblaciones, pues pueblos indígenas del Pacífico o el Ártico llegaron a perder
hasta el 90 % de su población. La gripe pudo haber matado a 25 millones de personas en las primeras 25
semanas. Estimaciones
más antiguas indicaban que murieron entre 40 y 50 millones de personas.
Sin embargo gran cantidad
de países no disponían de un servicio sanitario capaz de recoger datos
fidedignos y muchos de los muertos no fueron contabilizados, por esta
razón estimaciones
actuales mencionan entre 50 y 100 millones de víctimas.
España fue uno de los países europeos más afectados con
cerca de 8 millones de personas infectadas en mayo de 1918 y más de 200.000
muertes (a pesar de que las cifras oficiales redujeron las víctimas a «solo»
147.114 personas).
Se
estima que en China murieron 30 millones de personas, alcanzando una
mortalidad del 40 % de la población en algunas zonas. En el Ejército de China, al menos el 35 % de las tropas
que enfermaron murieron. En Estados Unidos, cerca del 28% de la población padeció la enfermedad
y murieron entre 500.000 y 675.000 personas. En el Reino Unido murieron
250.000, en España 200.000 (el 1 % de la población), En Colombia aproximadamente 3000 (Principalmente
en el departamento de Boyacá), en Venezuela 25.000, en Argentina
oficialmente 14.997, en Francia 400.000 y en Italia una cifra similar.
En la India británica fallecieron de 10 a 17 millones.
Las estimaciones sobre el África subsahariana hablan de
1,5 a 2 millones de víctimas.
En Alaska en el pueblo inuit de Fairbanks de los 80
habitantes, 78 murieron en sólo una semana
En Sudáfrica, murieron comunidades enteras,
En Australia murieron unas 80.000 personas
En Fiyi murió el 30 % de la población en sólo dos semanas
En Samoa Occidental el 40 %,
En Chile murieron 43.113 personas.
En
el caso del Perú, se documentaron tres olas de gripe, la primera en Lima entre
julio y septiembre de 1918. La segunda fue entre noviembre de 1918 y febrero de
1919, la misma que se extendió a Trujillo e Iquitos, en el río Amazonas. La
tercera ola se registró entre enero y marzo de 1920 en Lima y de julio a
octubre en Ica. No se cuenta con datos precisos sobre la mortalidad que causó
el virus.
Respecto de Colombia, la pandemia comenzó a circular en
Bogotá y luego el departamento de Boyacá dejando 2.800 fallecidos a su paso en
octubre de 1918 y se prolongó hasta agosto de 1919.
La Primera Guerra Mundial no causó la gripe, pero sí
contribuyó decisivamente a su propagación.
En primer lugar porque un factor en la transmisión de la
enfermedad fue la cantidad de viajes entre combatientes.
La modernización de los sistemas de transporte posibilitó
que los navegantes propagaran más rápidamente la pandemia sobre todos los
continentes.
En segundo lugar, por el movimiento de tropas y la mayor
propagación que permitía más mutaciones aún.
Además
los soldados estaban debilitados por la tensión del combate, la mala
salubridad, los ataques químicos y por poseer un sistema inmunitario joven con
capacidad para sobrereaccionar contra el virus.
Remedios utilizados para curar la gripe en 1918
La
población mundial está inmunizada para cepas de la gripe que son habituales
pero ante mutaciones o nuevas cepas muy agresivas puede estar muy indefensa.
No existían vacunas en 1918. Los primeros estudios comenzaron de manera eficaz
en 1931 y fue en los años cuarenta cuando el ejército de los Estados Unidos desarrolló las primeras
vacunas inactivas aprobadas para la gripe, que se utilizaron en la
Segunda Guerra Mundial.
Los
médicos también utilizaron todos los recursos a su alcance: desde el antiguo
arte de sangrar a los pacientes, administrarles oxígeno, hasta suministrar
cantidades enormes de aspirinas. Se trataron de desarrollar nuevas
vacunas y sueros.
Pero
solamente una medida terapéutica mostró algún éxito: la transfusión de sangre
de pacientes recuperados a nuevas víctimas
Medidas
tomadas para hacerle frente a la peste:
Que
se abstengan terminantemente de celebrar fiestas ó reuniones...
Castigar
duramente a los incumplidores de esta disposición.
La
infección se propaga por las gotitas de saliva que despide el que habla, tose,
etc. al ser respiradas por los que le rodean...
Que
se abstengan, de permanecer en locales cerrados, mal ventilados, donde se reune
mucha gente, como tabernas, cafés, etc.
Que
se extreme la limpieza de las casas.
Que
se tengan abiertas todo el día las ventanas de los dormitorios y se ventilen
con frecuencia los locales donde permanezcan durante el día.
Estar
en el campo el mayor tiempo posible porque el aire libre, el agua y la luz son
los mejores desinfectantes.
Tener
mucha limpieza de la boca y en una palabra
Seguir
los consejos del Médico
Desoir
á los ignorantes que se os invitan á beber alcohol ó consumir tabaco como
remedios preventivos
Reconstruccion del virus de la gripe de 1918
El 5
de octubre de 2005, también en Science, se publicó por primera vez en la
historia la reconstrucción de un virus totalmente extinto, el virus de la gripe
de 1918.
El virus fue totalmente reconstruido in vitro a partir de
las secuencias obtenidas del análisis de muestras históricas de tejidos
realizados por el grupo de Jeffrey Taubenberger.
Según el informe, después de varias décadas los científicos lograron
recrear el virus con ayuda de técnicas de genética reversa, para «volverlo a la
vida» en un laboratorio de bioseguridad de nivel 3, de los Centros para el
Control y Prevención de Enfermedades en Atlanta.
Sus efectos fueron estudiados en ratones, embriones de
pollo y células pulmonares humanas, empleando para ello diversas versiones
fabricadas con genes de otros virus gripales, y así efectuar comparaciones y descubrir los elementos
que lo hicieron tan mortífero.
Al
igual que el original, el virus reconstituido mató en pocos días a los ratones,
y se comprobó que también mataba a los embriones de pollo, del mismo modo que
el virus aviario H5N1.
Situacion actual (Antes de que apareciera el coronavirus)
Si
en el siglo xxi se produjera una zoonosis causante de un virus muy virulento y
del que la especia humana no ha tenido contacto alguno, no se considera posible
detenerlo con los medios actuales, al menos la primera oleada. Ciertamente la
Humanidad cuenta con varias ventajas respecto a la situación científica y
técnica de 1918. Algunas de las más importantes son:
Laboratorio de contención biológica nivel 4.
Poseer laboratorios de contención biológica nivel 3 y 4
en lugar de tener los médicos que investigar protegidos por una bata y una
mascarilla.
Disponer los hospitales mucho mejor equipados, con medios
como unidades de cuidados y de vigilancia intensiva.
Poseer más información y experiencia, tanto en el
aislamiento, estudio del agente infeccioso para sintetizar vacunas, como en el
conocimiento de los patógenos y las formas de combatirlos, en 1918 no tenían
claro si era un virus, una bacteria o algún otro causante.
Disponer de una industria farmacéutica capaz de producir
ingentes cantidades de antibióticos y antivirales que detengan las infecciones
secundarias y la infección principal.
Contar con una capacidad mucho mayor para producir
vacunas.
Pese
a todas estas ventajas, con una población de siete mil millones de seres
humanos y el transporte aéreo como nuevo vector de propagación se considera
imposible detener una epidemia como la de 1918, al menos en su primera oleada.
Escapa
de la capacidad técnica y científica actual aislar el virus, analizarlo,
encontrar una vacuna y producir las suficientes dosis antes de que el virus se
expandiera por el mundo.
Del mismo modo la industria farmacéutica, pese a estar
mucho más desarrollada que en 1918, no sería capaz de producir suficientes antibióticos ni suficientes
antivirales para varios miles de millones de personas en poco tiempo.
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