Cuando
el mal te golpea, surgen muchas preguntas que te desvelan y torturan, sin
piedad: ¿por qué?, ¿por qué a mí?, ¿por qué así?, ¿por qué de un modo tan
terrible?, ¿por qué si soy bueno?
Es
normal que te acosen esos interrogantes, y siempre aprendes algo si los
profundizas sin culparte ni culpar.
Sin embargo, hay más interrogantes
que respuestas, y lo más sensato es preguntarte: ¿para qué vivo esto?, ¿qué aprendo? Trata de serenarte,
busca apoyo, relájate y piensa: ¿qué enseñanzas puedo sacar de esta
experiencia?
Todo
sucede para el bien, para pulirse y avanzar, y un ser bueno también soporta pruebas como las que vivió Jesús. La vida es un aprendizaje
exigente de amor, aceptación, tolerancia, desapego, perdón y paciencia.
Siente a Dios, no lo culpes por nada,
viaja a tu interior y, paso a paso, entenderás para qué vives ese aprendizaje
que tomas como un mal.
Cuando a Laura la secuestraron, hace
años, en Cali, era solo una adolescente, pero tomó una sabia decisión: “Voy a
vivir esto como un paseo, con incomodidades y con la certeza de que todo es
pasajero”.
A la vez, decidió no quemarse en la
hoguera del odio y
perdonar a esos seres inconscientes. Se dedicó a mirar todo con ánimo
positivo y a disfrutar los
hermosos paisajes que podía contemplar.
No fue fácil, superó momentos bien
duros, pero al final salió calmada y libre de cargas opresoras. Los suyos la
recibieron gozosos, pero al verla tan serena, se dijeron: “Está viviendo una
negación”.
Con el tiempo, vieron que estaban
equivocados y que Laura era
una verdadera maestra espiritual. Les demostró que se sufre no por los hechos, sino por
asumirlos sin amor, con rabia odio o desespero.
Alrededor de 100 rayos alcanzan la
Tierra cada segundo y causan mil muertes por año. Gracias a Dios, Benjamín
Franklin descubrió el pararrayos por allá en el año 1752. Un pararrayos utiliza
metales conductores de electricidad que la atraen y llevan a la tierra. ¿Cuál
es el pararrayos para la poderosa energía que derrocha una persona abrumada por
las emociones que afloran ante un mal?
Cuando
estés a merced de emociones como odio, culpa, rabia, miedo o tristeza, respira
profundo, ora y deja que el veneno se vaya. No respondas ni te pongas a
analizar y rumiar lo que un ser descontrolado hace, porque está fuera de sí.
Sé como un paraguas sobre el que
resbala la lluvia de los agravios o como un río que se lleva el agua sucia a
otra parte. Si te ‘enganchas’, se agiganta una hoguera.
Dios
es tu pararrayos espiritual, si lo amas con toda el alma.
La Tierra es una escuela de espíritus
en la que se evoluciona por contraste, o sea, tiene que existir lo que llamas
‘malo’ para que brille lo que llamas ‘bueno’. Estamos acá para aprender las lecciones del amor, y solo
puedes practicar perdón con los agravios, paciencia si te tallan, desapego ante
una pérdida y aceptación ante algo que es arduo o duro.
En
realidad, las cosas no son ni buenas ni malas, simplemente son, y nosotros las
rotulamos. El ‘mal’ llega para crecer en el ‘bien’.
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