En tres años (1347-1349) la peste negra acabó con más de
la tercera parte de la población de Europa.
Semejante epidemia enfrió la fe de muchos y
surgió una pregunta inevitable. ¿Dónde está Dios?
Además las ciudades y pueblos naufragaron en
un terrible caos, sin ley y sin orden.
Alguien
culpó a los judíos y los mataron y los persiguieron con saña y cero compasión.
En su tiempo la peste negra fue un fin del mundo,
pero la vida continuó como ha pasado siempre.
Ese “mal” sirvió para enterrar el funesto
feudalismo y dio origen al
renacimiento.
La libertad humana hace que evolucionemos por el contraste entre lo que llamamos “malo” o “bueno”.
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