He decidido tajante
no mirar más noticieros,
que lo único que informan
son los conteos de muertos,
y cuentan los contagiados
por cada país y pueblo,
pero no analizan nada
con más mínimo criterio.
Que utilicen mascarillas
o pueden ser barboquejos,
y que no toques sus telas
con tus contagiados dedos.
Que
deben ser especiales
y en
la mitad con un fieltro
por
donde el virus no pase
así
sea muy pequeño.
Que no te acerques a nadie,
te piden los noticieros.
Prohibidos los abrazos,
las caricias y los besos.
Ni
siquiera a tus amigos,
y
menos a tus abuelos.
A tus
hijos no los toques
ni con
la punta de un dedo.
Y así
siguen informando
a nosotros
los pendejos,
pendejadas
sin sentido
para
dejarnos perplejos,
con temores infundados
y mentiras sin sustento,
para dominarnos fácil
y sólo en eso pensemos.
Y sólo
de eso hablemos:
de un virus que nos metieron
por ojos, nariz y boca
para llenarnos de miedo.
Un virus como hay millares
y que matan todo el tiempo.
Pero en este nos pusieron
a contar todos sus muertos.
Los
poderosos dominan
a
través de noticieros,
mientras
ellos se reparten
el
mundo sin un lamento:
“Para usted ese país
y para mí este terreno.
Siga usted con el petróleo
y déjeme el mar entero”.
Y que
los pobres se queden
en
medio de su desierto.
El
primero usted será
y yo
en el segundo puesto.
Continuaremos de socios
y el planeta sigue nuestro.
No podemos permitir
que éste cambie de dueño”.
“Así
evolucione mucho
y
vibre aún más intenso,
el
mundo siempre estará
bajo
nuestro yugo inmerso.
Y la consciencia del hombre
no crecerá un solo metro,
ya que vamos a atacarla
de raíz en su cerebro”.
“Con vacunas inventadas
para el virus que creemos,
o la enfermedad que sea
o el mal que nos ingeniemos.
La consciencia se irá abajo
como por despeñadero,
directo destrozaremos
todo su discernimiento”.
Más
digo sin tener pruebas,
sólo
es un presentimiento:
que el
tiro por la culta
les
saldrá a estos perversos;
y
saldrá fortalecido
EL HOMBRE de este suceso,
con su CONSCIENCIA más grande
y despertando de un sueño.
Para
muchos, pesadillas,
por
sus dolores inmensos.
Para
otros, sin sentirlo,
que
estaban vivos, creyendo.
Pero todos bien dormidos
a LA VERDAD y al ENCUENTRO
y a un DIOS por el que nosotros,
libre albedrío tenemos.
Tal vez yo sea un iluso,
que piensa con el deseo.
Pero prefiero esperanza,
y pronto, como lo veo,
los que dominen serán
los de corazón muy bueno
que repartirán justicia
y amor para todos, creo.
Bernardo
Adolfo Toro Escobar
Medellín, abril 10 de 2020
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