Cuando
te sientas sin alientos y con ganas de nada, cierra tus ojos, respira un buen
rato y relájate.
Cree que Dios está contigo y que lo que te tritura es solo
un aprendizaje exigente y pasajero.
No es fácil, pero saca tu mente de un oscuro
socavón y enfócala en todo lo positivo.
Eso hacía Nelson Mandela cuando estuvo
preso injustamente 27 años, en condiciones infrahumanas.
Así actúan millares de enfermos que
llevan años en la cama y mantienen vivas la fe y la esperanza.
Valorar
lo bueno es lo que hacía el pintor francés Renoir cuando, ya
anciano, seguía pintando a pesar de la artritis.
Confiar
es lo que animaba a Beethoven para seguir componiendo música
inmortal estando sordo.
Serénate,
ora, busca apoyo y escucha el Aleluya de Haendel.
Dios aún es "Rey de reyes, por
siempre…".
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