De
tanto descansar, uno también se cansa.
De ir olvidando el nombre de los días, uno los va perdiendo.
De ver la rutinaria programación televisiva, uno se queda dormido.
De tanto leer, uno va perdiendo el interés por los autores.
De tanta noticia por celular llegada, uno va dudando de su veracidad.
De tantos señalando destinos, uno se va quedando en encrucijada.
De tanto estar solo, uno se va convirtiendo en extraño.
De no poder gastar el dinero, uno se olvida del valor de las cosas.
De tanto esperar terminar el encierro, uno va perdiendo la salida.
De tanto ver agotada la comida, uno se va acostumbrando al hambre.
De tanto improvisado político, uno va perdiendo la esperanza.
De tanta verdad asegurada, uno cree las mentiras como ciertas.
Uno
se cree uno y es dos y más y muchos; cuando la cuarentena soporta.
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