Cuando se sufre de ansiedad, los sentimientos de preocupación pueden
volverse constantes, difíciles de controlar, intensos y desproporcionados.
Aunque la ansiedad puede ser tratada con
medicamentos, también
existen enfoques mente-cuerpo para ayudar a manejarla a quienes están afectados.
Algunos de estos son sofisticados, como la hipnosis, que se
usa a veces junto con la terapia cognitivo-conductual para ayudar a las
personas a enfocar su atención, a repensar los problemas y a relajarse.
Otro es la respiración profunda o diafragmática, que siempre provee
alivio y puede ser practicada por cualquier persona.
Estos son sus principios básicos:
Respire profundo: cuando inhale, lleve primero el aire al abdomen e
ínflelo, sosténgalo unos segundos y luego llévelo al pecho y expúlselo por la
boca.
En la mañana: antes de salir de la cama,
cierre los ojos y haga por
lo menos diez respiraciones profundas. Esto lo ayudará a oxigenarse, a
centrarse y a empezar bien el día. Si lo prefiere (y tiene la posibilidad de
aire puro) haga esta rutina frente a la ventana abierta.
En cualquier momento: Cierre los ojos y observe el
ritmo de su respiración. Si es entrecortado, poco profundo y rápido, es
posible que esté ansioso, estresado o preocupado. Para cambiar de ritmo y
relajarse, respire profundo y exhale: cuando lo haga deje sonar, al tiempo, un
ja sostenido hasta sacar todo el aire. Repita la operación cuatro veces, inhalando a conciencia
por la nariz
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