El
olvido, más que una pérdida de información almacenada en el cerebro es una
incapacidad de acceso a los recuerdos.
Para estar lúcido y con una memoria “sana” se debe estar
en constante aprendizaje, porque asegura que memoria y aprendizaje están
unidos.
Cuando aprendemos algo, en las neuronas del cerebro
surgen brotes llamados espinas dendríticas, que sirven para formar conexiones o sinapsis con otras
neuronas y formar de ese modo, los circuitos nerviosos que albergan los
recuerdos.
Es decir, que estas nuevas conexiones entre las neuronas
que albergan el conocimiento se fortalecen y estabilizan, pero también puede
ser que desaparezcan muchas de las ya existentes.
¿Cómo
estimular la memoria?
Lo
fundamental es entender que el aprendizaje y la memoria son dos procesos
estrechamente ligados y coincidentes, donde también participan otros
procesos cerebrales, como la percepción sensorial, las motivaciones, las
emociones o el lenguaje.
Existen una serie de procedimientos que mejoran nuestra
memoria, donde el más importante es el sueño, ya que sería un determinante
biológico capaz de potenciar la formación de la memoria y la integración del
material aprendido.
Además
repara el desgaste de las neuronas y reestructura los contenidos de la mente
extrayendo reglas y regularidades ocultas, facilitando inferencias y,
posiblemente, contribuyendo a la creatividad y la intuición de las personas.
Sirve practicar deporte, leer, estudiar en nuestra mejor
hora, recordar lo aprendido o simplemente, aprender otro idioma. Cualquiera de
las siguientes actividades actuarán de buena manera en nuestra capacidad
insospechada de aprender, manejar y renovar nuestros conocimientos y memorias.
Y lo mejor de todo, son un pasaporte seguro para mantener
la lucidez a pesar del paso de los años.
1.
Practicar sistemáticamente el recuerdo de lo aprendido.
Este es un proceso activo que no solo sirve para evaluar
lo aprendido sino también para seguir aprendiendo, ya que se descubrirán otros
aspectos de la misma materia.
2.
Guiar el aprendizaje con preguntas.
Lo que se obtiene es generar memoria a largo plazo y
funciona mucho mejor que estar repitiendo la materia en forma casi
inconsciente. Además, será importante no solo hacerlo en forma oral sino que
también escribir y redactar las respuestas.
3.
Determinar la mejor hora del día para aprender.
Los ciclos circadianos son de vital importancia. Para
determinarlos, basta con poner atención a qué hora del día uno se siente más
despierto y con mayor capacidad de atención y actividad.
4.
“Memoria de trabajo”.
Es una función cerebral para aprender y adquirir nuevos
conocimientos y habilidades y está muy relacionada con la inteligencia fluida,
la capacidad de razonar y resolver problemas nuevos con independencia del
conocimiento previamente adquirido.
5.
La lectura.
Es la actividad intelectual que mayor potencia tiene
sobre las capacidades mentales. “Al leer se requiere poner en juego un
importante número de procesos mentales, entre los que destacan la percepción,
la memoria y el razonamiento. El libro es un gimnasio asequible y barato para la mente y
debería incluirse por ello en la educación desde la más temprana infancia y
mantenerse hasta la vejez.
6.
Deporte y actividades físicas.
Es la más milagrosa porque actúa directamente en el
cerebro y las neuronas, promoviendo y aumentando la cantidad de sustancias
neurotróficas, como el BDNF, que incrementan la plasticidad sináptica, la
neurogénesis y la vascularización del cerebro. Es decir, actúa como un desengrasante
del cerebro.
7.
Potenciar el error de la predicción.
Se hace para facilitar el aprendizaje y consiste en
asociar lo que se quiere recordar a un estímulo emocional.
8.
La actividad intelectual a lo largo de la vida.
Sirve para aumentar la memoria de la vejez y se ve
potenciada con la lectura, escritura y la participación en cualquier actividad
que estimule el cerebro. La idea es disminuir las consecuencias negativas del
envejecimiento. “Cuanto antes empecemos, ¡mejor!”, anima el español.
9. Aprender
otro idioma.
Se recomienda partir en la infancia temprana porque
otorga importantes ventajas a la hora de aprender y formar memorias
consistentes. Pero también ayuda a tener mayor capacidad de cognición
ejecutiva, es decir, de ejecución mental y se protegería contra la
neurodegeneración en la vejez.
10.
Un poco de estrés.
Las situaciones emocionales y estresantes activan el
sistema nervioso y el endocrino. “Las hormonas, como la adrenalina, la
noradrelina y los glucocorticoides, liberadas en la sangre de las personas en
situaciones emocionales o de estrés moderado pueden contribuir también a la
facilitación tanto de memorias implícitas como explícitas”, explica el experto.
No obstante, distingue que el estrés crónico junto con la elevada y persistente
concentración de glucocorticoides en la sangre, provocan muerte neuronal y
pérdida de espinas dentríticas en las neuronas de la corteza cerebral, lo cual
dificultan considerablemente el aprendizaje y la memoria.
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