"Sabrás
que has emprendido el camino hacia Dios, y sabrás que has encontrado a Dios,
porque se darán estas señales, estas indicaciones, estos cambios en ti:"
Amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con
toda tu alma. Y no tendrás más Dios que yo. Dejarás de rendir culto al amor
humano, al éxito, al dinero o al poder, ni a ningún símbolo de éstos. Apartarás
de ti esas cosas como un niño aparta los juguetes. No porque sean indignas,
sino porque se te habrán quedado pequeñas.
No usarás el nombre de Dios en vano. Ni me invocarás para
frivolidades. Entenderás el poder de las palabras y de los pensamientos, y no
pensarás en invocar el nombre de Dios de una manera impía. No utilizarás Mi
nombre en vano porque no podrás hacerlo, puesto que mi nombre nunca se usa en
vano, ni puede usarse.
Te acordarás de reservarme un día, al que llamarás santo.
Esto, par que lo que hagas no se quede en ilusión, sino que se te haga recordar
quién y qué eres. Y, luego, pronto llamarás a cada día domingo, y a cada
momento santo.
Honrarás a tu padre y a tu madre; y sabrás que eres el
Hijo de Dios cuando honres a tu padre/madre Dios en todo lo que digas, hagas o
pienses. Y en la medida en que honres a tu padre/madre Dios, y a tu padre y a
tu madre en la Tierra (pues ellos te han dado la vida), así también honrarás a
todo el mundo.
Sabrás
que has encontrado a Dios cuando sepas que no asesinarás (es decir, que no
matarás deliberadamente y sin causa), pues, aunque sepas que en ningún caso
puedes acabar con otra vida (toda vida es eterna), no querrás poner fin a
ninguna encarnación concreta, ni cambiar ninguna energía vital de una forma a
otra, sin la más sagrada justificación. Tu nuevo respeto por la vida hará que
respetes todas las formas de vida —incluyendo las plantas y animales—, y sólo
las alterarás si es en aras de un bien mayor.
No mancharás la pureza del amor con la falta de honradez
y el engaño puesto eso es adulterio. Te prometo que, cuando hayas encontrado a
Dios, no cometerás adulterio.
No tomarás lo que no sea tuyo, ni cometerás fraude ni
estafa, ni harás daño a otro para poseer algo, puesto que eso sería robar. Te
prometo que, cuando hayas encontrado a Dios, no robarás.
No dirás algo que no sea verdad; y, por lo tanto, no
levantarás falso testimonio.
Ni tampoco codiciarás la esposa de tu prójimo, ya que,
¿por qué ibas a querer a la esposa de tu prójimo, si sabes que todas las demás
son tus esposas?
No codiciarás los bienes de tu prójimo; ya que, ¿por qué
ibas a querer los bienes de tu prójimo, si sabes que todos los bienes pueden
ser tuyos, y que todos los bienes pertenecen al mundo?
Sabrás
que has encontrado el camino hacia Dios cuando veas estas señales, pues te
prometo que nadie que realmente busque a Dios hará estas cosas durante mucho
tiempo; sería imposible que continuara realizando estas conductas.
Estas
son tus libertades, no tus restricciones; estos son mis compromisos, no mis
mandamientos; puesto que Dios no manda sobre lo que ha creado, sino que
simplemente dice a sus hijos: así es como sabrás que llegas a casa.
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