Un gran ejercicio es soltar todo aquello que en
realidad no eres y que te aparta de tu verdadero ser.
Cierra
los ojos, relájate y suelta todo: Nombre, apellidos, edad, cargos, imagen,
nacionalidad, religión, raza.
Afirma: No soy lo que tengo, lo que cargo, lo que es pasajero
y no tiene nada que ver con mi Yo esencial.
Llega
al desapego total, a no identificarte con nada, a sentir
que eres un espíritu viajero, trashumante.
Sin nada, ¿qué queda? ¿Te sientes pobre
o libre? ¿Descubres qué es
lo verdaderamente importante?
No existen lo bueno y lo malo sino en la mente condicionada
por una cultura y unas creencias.
Disfruta
el regalo de desprenderte de todo, incluso más que la serpiente que solo
deja su cascarón.
Es una vivencia de cuasimuerte y de
darle valor a lo esencial, tan asfixiado por lo aparente.
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