Aquel
que abandona su mente al ímpetu de los turbulentos sentidos, ve pronto
extraviada su razón como barquilla arrastrada por las olas de un mar
embravecido.
Así, mata con la espada del conocimiento la duda nacida
de la ignorancia y arraigada en tu corazón, y lánzate al recto cumplimiento de
la acción. ¡Levántate,
invicto guerrero, levántate!
Como un hombre en los brazos de su amada no es consciente
de lo que está fuera y de lo que está dentro, así una persona en unión con el
Yo no es consciente de lo que está fuera y de lo que está dentro, pues en ese
estado de unidad todos los deseos hallan su perfecta satisfacción.
De
todos aquellos seres que vienen al mundo, muy pocos son los que buscan la
perfección, muy pocos son los que llegan a la perfección, y todos los que
llegan a la perfección, muy raro es el que me conoce.
El devoto que renuncia al fruto de sus acciones consigue
la eterna paz. Por el contrario, el hombre sin devoción que, hostigado por el
deseo, se atiene al resultado de sus acciones, queda encadenado a ese
resultado.
El
espíritu sereno acepta el placer y el dolor con una mente tranquila y no se
conmueve por ninguno.
El hombre que no es afectado por los sentidos; ni por el
placer ni por el dolor, éste es merecedor de vida eterna.
El sacrificio, caridad y austeridad. No deben dejarse, se
deben realizar. Pues éstas tres al ser practicadas. Purifican incluso a las
grandes almas.
Escuchad,
¡oh hijos de la bienaventuranza inmortal!, nacisteis para estar unidos con el
Señor.
Quien extirpa todo deseo y vive libre de egoísmo,
aflicción y vanidad, obtiene la suprema paz.
Quien ve la variedad y no la unidad muere una y otra vez.
Tú
eres lo que tu deseo profundo e impulsor es. Tal como es tu deseo, así es tu
voluntad. Tal como es tu voluntad, así es tu acción. Tal como es tu acción, así
es tu destino.
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