Ernesto McCausland nació en Barranquilla el 4 de enero de
1961 y murió el 21 de noviembre de 2012 en la misma ciudad.
Fue un periodista, escritor y cineasta colombiano
Se
inició en el periodismo como reportero de noticias judiciales en el diario El
Heraldo. Luego incursionó en el género de la comedia, destacándose en
los géneros de prensa escrita, radio y televisión, ganando múltiples premios nacionales de periodismo.
Desde 1998 estuvo al frente de su propio estudio de
televisión, La Esquina del Cine, y fue periodista del Canal Caracol y de
Telecaribe.
Realizaba en el canal regional de televisión Telecaribe un
programa de crónicas llamado Mundo Costeño, en el que resaltaba las costumbres y tradiciones de la
Costa Caribe colombiana.
McCausland ganó dieciséis premios nacionales de periodismo, entre ellos
cinco veces el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar y la India Catalina
a la Vida y Obra en el Festival Internacional de Cine de Cartagena.
McCausland publicó dos novelas, Febrero escarlata (Planeta,
2004) y El alma del acordeón (Intermedio, 2006). Algunos de sus mejores
trabajos en el género de la crónica periodística están incluidos en el libro
Las Crónicas de McCausland (Espasa, 1996).
Ernesto McCausland realizó tres largometrajes de cine, El último
carnaval (1998), Siniestro (2000), premio Mincultura a la mejor película
colombiana de 2000, y Champeta Paradise, así como 14 cortometrajes y múltiples
documentales.
Ernesto McCausland falleció en su casa de Barranquilla luego
de una dura batalla contra el cáncer de páncreas.
Dejó su huella en crónicas de prensa, radio y televisión.
FRASES Y PENSAMIENTOS DEL GRAN CRONISTA
El periodista debe estar a
centímetros del poderoso y a kilómetros de las ambiciones de éste.
Muchachos: háganlo sentir como en casa.
Tantas luchas, tantas batallas y al final solo queda el amor.
La Libertad del cronista permite contar mejor la verdad
..todos los géneros del periodismo
deben ser reinventados a partir de unas exigencias de la
contemporaneidad. La noticia está siendo reinventada.
…habría que hacer una crónica
mucho más ágil,
mucho menos poética, menos lírica. Mucho más concentrada en datos, mucho más fácil de leer y más corta. …tiene que ser muy dateada. Muy concentrada en información.
la gente cada vez exige más que haya puntos de encuentro
entre la información y la opinión…, la crónica es una alternativa muy saludable.
yo soy una persona que me comprometo mucho en el nacimiento de los procesos
noticiosos.
Cuando escribes una crónica, estás trabajando con un organismo que tiene cabeza,
cuerpo, patas y brazos. Si escribes una crónica sobre un accidente de
auto, manejas una cabeza que es las razones por las que ocurrió el accidente,
un cuerpo que es las razones por las que un auto fue vulnerable al accidente,
unas patas que son las negligencias de las autoridades a la hora de instalar un
semáforo, etc. Es decir, manejas un organismo multiangular y multidimensional.
Y no estás contando un accidente, un hecho concreto. Estás contando el diario
acontecer de una ciudad, de un país, de un planteta, pero sobre todo de una
ciudad. Y ya no es tú crónica, ahora es la crónica de un
colectivo del cual tú eres simplemente un coordinador y un motivador.
Yo creo que hoy por hoy la exigencia es que uno tiene
que ser capaz de procesar, en pulso de crónica, el suceso inmediato.
Uno tiene que ser capaz de ver
más allá del formalismo, de lo formal de una noticia. Tienes que ser
capaz de tomar un hecho que acaba de ocurrir y contarlo con visión de cronista al día siguiente.
Lo que está mandado a recoger es el cronista que se
encerraba en un cubículo intocable, toda una semana.
Creo que en la nueva generación de editores, de la cual yo
hago parte, hay una conciencia distinta. … es que el cronista sea capaz de
trabajar con la inmediatez.
…hoy en día la televisión no puede vivir sin la crónica, y
todos los canales tienen sus cronistas y su manera de hacer crónicas.
Creo que hay un requisito de la crónica moderna, muy
importante. El tema puede ser cualquiera, pero
independientemente de cuál sea, el cronista debe impartirle dientes. Es decir, debe contar una historia que le sea útil a la sociedad.
Un problema de la crónica del siglo pasado fue que terminó
degradando hacia una crónica muy literaria, demasiado poética, donde no había de verdad una
información.
Hay un universo de temas, y todos son susceptibles de ser tocados por una crónica,
y todos se están tocando como crónicas.
Yo sentí una gran admiración por el Gabriel García Márquez
cronista, porque me parecía que su material estaba muy muy bien escrito, como
un tipo de esa envergadura lo puede hacer; muy bien reflexionado, muy bien ubicada toda la
información. Pero además de todo eso, le tenía una gran admiración como
reportero, porque decía que era capaz de conseguir muchas cosas, tenía una gran habilidad para obtener cosas, y eso solamente se consigue a través del barro.
A partir de ese haberme enterado de que el niño Dios son los
papás, digamos que me traumaticé un poquito con que la crónica, por encima de todo, tiene que ser veraz. Y a partir de ese
momento comencé a cultivar en mi vida algo: que la crónica
tiene que tener dientes, tiene que revelar algo real, a partir de hechos reales.
Revelar una realidad que afecta de alguna manera al ser humano contemporáneo.
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