Rob Hall, uno de los líderes de una de las dos
expediciones fatídicas al Everest, gastó 24 horas tratando de rescatar a uno de
sus clientes, al que había llevado a la cumbre.
Ello sucedía 100
metros más debajo de la cima. Desde allí, desde 8.750 metros logró comunicación
radial con su esposa Jan Arnold que estaba en su casa de Nueva Zelanda. Ya Rob
estaba muy mal, al borde de la muerte. Así fue la conmovedora, hermosa y triste
conversación, ese 11 de mayo de 1996.
Desde el
campamento base llama a Rob y lo comunican con su mujer que está en
Christchurch. - Rob, tengo al teléfono a Jan, tu mujer, que quiere saludarte
desde Christchurch. - Dame un minuto.
Tengo la boca seca. Voy a comer un poco de nieve
antes de decirle nada... Hola cariño. Espero que estés calentita en la cama.
¿Cómo va todo? - No sabes cuánto pienso en ti. Por la voz creo que no estás tan
mal como creía... ¿Tienes mucho frío? - Teniendo en cuenta la altitud y el
escenario, se puede decir que estoy cómodo. - ¿Y los pies? - No me he quitado
las botas para comprobarlo, pero creo que debo tenerlos un poco congelados... -
No sabes cuánto desearía que estuvieras en casa para cuidarte. Estoy segura de
que te rescatarán, cariño. No creas que estás solo. Te mando toda mi energía
positiva. - Te quiero. Que duermas bien, mi amor. Y no te preocupes demasiado.
Así terminó la bella y conmovedora conversación. El cadáver de Rob fue encontrado 12 días después en el mismo punto en un agujero de nieve.
Así terminó la bella y conmovedora conversación. El cadáver de Rob fue encontrado 12 días después en el mismo punto en un agujero de nieve.
A raíz de la aparición del cadáver del mítico George Mallory, en 1999, el Everest se puso de moda. Muchas personas desde humildes oficinistas que tuvieron que ahorrar, y vender cosas para conseguir los 65.000 dólares hasta millonarios ociosos quisieron subir al Everest. Y las tales expediciones comerciales les brindaron todas las facilidades para hacerlo.
Uno de esos
millonarios que quiso poner su valiosísima planta en la cumbre del Everest es
Constantine Niarchos, uno de los hijos de Stavros Niarchos, el armador griego,
rival del otro famoso armador Aristóteles Onassis. Constantine gastó su
juventud en todos los excesos y placeres .Y de pronto sintió el llamado del
Everest, como una locura más en su vida, un chorro de adrenalina.
Se enroló en una expedición comercial y llegó a la
cumbre con ayuda de oxígeno artificial el 13 de mayo de 1999 por la cara sur. A
su regreso a Europa enfermó. Mucho se ha discutido sobre la causa. Unos dicen
que fue una sobredosis y otros que su organismo ya estaba desgastado por tantos
excesos. Murió poco después. El Everest da para todo.
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